El gobierno chino anunció ayer una serie de medidas de represalia en respuesta a la próxima venta de armas de los EEUU a Taiwan, que incluyen una suspensión de la colaboración militar con Washington, y sanciones contra las compañías estadounidenses que proporcionen armas a Taipei.
Ejercicio de combate de la Marina de Guerra de Taiwan
La administración Obama notificó el viernes al Congreso que planea llevar a cabo cinco transacciones de armas con Taiwan, cuyo valor asciende a 6.400 millones de dólares.
Entre el material incluido, figuran 60 helicópteros Black Hawk, interceptores de misiles Patriot, misiles Harpoon, que pueden ser utilizados en una guerra naval, y barcos dragaminas, encargados de detectar, y recoger minas submarinas. En cambio, no se enviarán aviones F-16, tal como pretendía el gobierno taiwanés.
Por su tipología, este material podría ser muy útil a Taiwan en una guerra contra China, lo que ha despertado las iras del régimen comunista.
En un comunicado público, el ministro de Exteriores chino, He Yafei afirma que la transacción entre Washington y Taipei “constituye una intervención flagrante en los asuntos internos de China, pone seriamente en peligro la seguridad nacional de China, y daña los esfuerzos de reunificación pacífica.
Según han informado las autoridades chinas, Yafei llamó al embajador de los EEUU, Jon Huntsman, para transmitirle personalmente su indignación.
La venta se realiza al amparo de la “Ley de Relaciones con Taiwan”, aprobada por el Congreso en 1979, y que abre la puerta a la provisión de armas a la isla para que ésta pueda repeler posibles ataques de la República Popular.
Este asunto envenena de forma cíclica las relaciones entre China y los EEUU. La suspensión de la cooperación militar entre ambos países, y una llamada al embajador en Pekín han sido las típicas respuestas del régimen chino.
El anuncio de sanciones a las empresas norteamericanas que fabrican las armas supone una escalada en la tensión, y demuestra la renovada confianza de Pekín como gran potencia mundial emergente.
Sin embargo, el comunicado del ministerio de Exteriores chino fue vago, y no definía el alcance de las sanciones, ni tampoco qué compañías concretas serían castigadas en sus negocios con China.
En alguna ocasión, Washington ha impuesto una prohibición a la exportación a los EEUU a empresas chinas por haber violado una norma internacional. Por ejemplo, a causa del envío de mísiles de alcance medio a Pakistán ante el temor que podrían ser utilizados para instalar cabezas nucleares.
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