Un ataque cibernético coordinado y masivo, y no el clásico lanzamiento de misiles, marcará el comienzo de las guerras en el futuro. La alerta ha llegado por primera vez del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS según sus siglas en inglés), que abre su informe anual «Military Balance» con esta clara advertencia.
Con el uso de computadores, una potencia extranjera puede «inutilizar la infraestructura de un país, atacar la integridad de los datos militares internos de otra nación, intentar confundir sus transacciones financieras o lograr cualquiera de sus otros posibles objetivos», afirmó ayer en Londres John Chipman, director del IISS.
Salto cualitativo
La guerra cibernética ha dejado de ser una ficción. Que un «think-tank» -grupo de expertos- tan sesudo como el IISS abra su informe anual con una alerta sobre esta nueva amenaza, que sitúa al mismo nivel que la que representó la guerra nuclear en los últimos decenios, indica un salto cualitativo. La preocupación se extiende. La OTAN ha creado un centro para la cooperación en la defensa cibernética, y los altos mandos elaboran memorándum sobre cómo enfrentarse a ese peligro.
«El próximo conflicto comenzará con un ataque cibernético más que con un ataque físico», advirtió el martes el almirante estadounidense James Stavridis en una conferencia sobre esta cuestión celebrada en San Diego. Acciones concertadas contra sistemas de comunicaciones, centros de datos y automatismos operativos tendrían consecuencias «devastadoras» y precederían a la clásica invasión con soldados y carros de combate.
El IISS indica que a pesar de la «evidencia de ataques cibernéticos en recientes conflictos políticos, hay poca comprensión internacional sobre cómo evaluar adecuadamente el conflicto cibernético». El artículo 5 del Tratado de la OTAN, por ejemplo, establece que un ataque contra un país miembro es un ataque contra todos los demás. Pero una ataque cibernético, ¿desencadenaría la misma reacción en cadena?
Las preguntas que el IISS se formula son múltiples: «¿Cuándo un ataque es reconocible? ¿Qué es legítima defensa? ¿Hay una doctrina de guerra de prevención aplicable al riesgo de ataques cibernéticos? ¿Pueden éstos ser disuadidos? ¿Hay un método de control de armas que pueda ser aplicable a la capacidad de guerra cibernética? ¿Qué derecho internacional puede ser utilizado para regular los riesgos?».
Para dar respuesta a cuestiones que aún no tienen solución el IISS va a poner en marcha este año grupos de estudio que puedan aportar «la arquitectura intelectual» de este nuevo estadio. Según Chipman, «ahora estamos en el mismo estadio del desarrollo intelectual en que nos encontrábamos en los años 50 en relación a una posible guerra nuclear».
Pesimistas sobre Afganistán
En un panorama de «técnicas asimétricas», junto a las agresiones informáticas seguirá habiendo guerra convencional, y a ella dedica el IISS la mayor parte de su informe.
Éste presenta una visión más bien pesimista sobre el efecto que en la guerra de Afganistán tendrá la nueva estrategia de ofrecer diálogo a los talibanes. «Cuando en estos momentos los talibanes están en una posición de fuerza, es difícil que se den prisa por sentarse a negociar la paz», advirtió Nigel Inkster, uno de los expertos del IISS. Otro de ellos, Christopher Langton, indicó que no será posible tener un juicio «hasta ver quién acude al consejo de paz propuesto por el presidente Karzai».
En relación a Irán, el informe advierte que «el almacenaje de uranio enriquecido continúa creciendo, y pronto será suficiente para lo que se necesita en dos armas nucleares si es más enriquecido». Pero añade que los iraníes están teniendo problemas en el proceso, por el deterioro de sus centrifugadoras de gas, y están produciendo uranio enriquecido a menor ritmo.
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