El vicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera anunció el ingreso a una quinta etapa en la “revolución democrática”, emprendida por el gobierno de Evo Morales, en la que la “ofensiva estratégica” estará orientada a la construcción y la toma del poder político, económico y cultural, es decir, ya no sólo del Gobierno, “sino del poder para tener la capacidad de decidir y mandar sobre la política y la economía” del país.
El segundo mandatario se refirió a los alcances y desafíos de esta nueva etapa “del proceso de cambio”, ayer durante el acto de inauguración del XXI Congreso Ordinario de la Federación Especial de Trabajadores Campesinos del Trópico, organización de la cual Evo Morales es el secretario ejecutivo y la cual es una de las federaciones de cocaleros más grandes del trópico, con unos 20 mil afiliados.
Según el Vicepresidente, en una primera etapa se construyó el instrumento político de los pueblos: el Movimiento Al Socialismo (MAS), en la segunda se incursionó en el escenario político y procesos electorales, en la tercera –en 2005– se llegó al Gobierno y en la cuarta se derrotó ideológica y políticamente a la derecha.
En la quinta etapa, a la que se está ingresando, señaló que el desafío es construir el poder total en base a tres ejes: los poderes económico, político y cultural, para garantizar el proceso revolucionario de cambio .
En cuanto al poder económico, detalló que se tiene que consolidar el proceso de industrialización de las materias primas a cargo del Estado y la soberanía sobre los recursos naturales, luego redistribuir la riqueza y por último potenciar la capacidad económica de los sindicatos para que tengan capacidad económica y productiva.
“Deberán ser las organizaciones, los movimientos sociales –no sólo el Estado– que empiecen a tener organizaciones productivas, administradas colectivamente, que tengan sus propias empresas. Por ahora, tendrán el apoyo del Estado, pero después tendrán que mantenerse solos. En la medida de que tengan el poder económico, sus propios recursos serán invencibles”, manifestó al señalar que para ello, las organizaciones tienen que estar preparadas para administrar, gestionar y dirigir las empresas.
En cuanto al poder político, manifestó que actualmente se tiene al Gobierno, la Asamblea Legislativa y las gobernaciones y municipios, pero esta presencia “del pueblo” tiene que seguir profundizándose con gente que responda al control social y estar en todas las entidades, con servidores públicos dispuestos a sacrificarse.
El poder cultural –agregó– debe construirse a partir del potenciamiento y la formación ideológica y la emergencia de nuevos dirigentes que deben estar atentos a todo lo que pasa a nivel local, nacional e internacional. “El dirigente sindical tiene que ser como el catedrático” que difunde el pensamiento de la revolución político-cultural del país y las nuevas generaciones de líderes tienen que formarse y prepararse. Para eso, para ser el motor del proceso de cambio y los futuros candidatos, no necesitan ir a las universidades. “Eso es el poder cultural, no es una oficina. La idea del pueblo tiene que estar en todas partes”.
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