"La relación Venezuela-Rusia y ahora Bolivia-Venezuela-Irán no sólo debe preocupar a sus vecinos, Perú y Chile —con este último Bolivia tiene reclamos razonables de una salida al océano Pacífico—, sino también debe ser foco de atención de todas las instancias de defensa, planificación estratégica, política y diplomática en toda la región sudamericana"
Miguel Gomez Balboa
Bolivia designó la anterior semana, por primera vez, un embajador en la República Islámica de Irán, lo cual ratifica que las relaciones con el país del Oriente Medio van viento en popa desde aquella visita que hizo en septiembre de 2007 su presidente, Mahmud Ahmadineyad. Más aún, esta decisión del Gobierno de Evo Morales Ayma ratifica la expansión iraní en América Latina y sus vínculos con las naciones de la región que forman el bloque de la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba).
Estados Unidos no oculta su preocupación por este avance. Incluso el Pentágono informó al Congreso del asentamiento de la Guardia Revolucionaria de Irán en Venezuela. Pero, ¿cuáles son los intereses de Ahmadineyad para impulsar este acercamiento con Latinoamérica? ¿Cuáles pueden ser los efectos? George Karim Chaya, uno de los más reconocidos expertos en Oriente Medio en suelo estadounidense habló con Proceso de este “plan geopolítico iraní”.
—Hace dos semanas, un informe desclasificado del Pentágono enviado al Congreso de Estados Unidos alertó de la presencia de la Guardia Revolucionaria iraní en América Latina, específicamente en Venezuela. ¿Qué es esta organización y qué implicaciones puede tener esta presencia en la región?
—Los Guardianes de la Revolución dependen directamente del líder supremo iraní, el ayatola Ali Jamenei, y son el verdadero poder en la política de Irán tanto dentro como fuera del país. Es la institución que más apoyo ofrece al (Movimiento de Resistencia Islámico) Hezbola en Líbano y a (la organización política militar palestina) Hamas en Gaza. Tiene la misma ideología de su fundador, el ayatola Jomeini. Es un cuerpo militar creado durante la guerra Irán-Irak (1980-1988), cuenta con fuerzas aérea, terrestre y marítima aparte y es independiente del Ejército regular. Dispone de material militar avanzado, incluidos misiles de largo alcance, y su importancia es en principio militar, pero tiene el manejo directo sobre numerosas instituciones económicas y sus efectivos han ejecutado en los últimos 15 años varios proyectos en ámbitos de la construcción, la industria y la minería. Es difícil que el Pasdaran iraní esté ajeno a cualquier proyecto o políticas del Gobierno de Irán en América Latina. Si Irán está en un determinado lugar, estarán allí los Guardianes de la Revolución, de eso no hay duda. Lo que menciona del informe anual del Departamento de Estado que da a conocer la presencia de milicias y células iraníes en Venezuela llama la atención, pero no sorprende; aunque pareciera ser que a la administración de Barack Obama le ha demandado más de año y medio reconocerlo y publicarlo. No es nuevo, es algo que muchos periodistas, analistas y ciudadanos venezolanos lo vienen denunciando hace tiempo.
—Se ha venido hablando de un avance de Irán en Latinoamérica, incluso usted cataloga a esta región como un objetivo central del Gobierno de Mahmud Ahmadineyad. ¿Cuáles son los intereses de Irán para penetrar en el continente latinoamericano? ¿Son políticas o comerciales, o hay otras razones?
—El interés político es central. Es cierto que han habido inversiones iraníes en la región, pero lo comercial suele ser la manera de hacer pie de parte del régimen, y a ello le siguen sus verdaderos intereses, los políticos y estratégicos. La segunda visita a Venezuela del Presidente iraní, a fines del año pasado, no debe tomarse a la ligera. El régimen encontró en el presidente venezolano, Hugo Chávez, un aliado estratégico de excepción; en primer lugar por su cercanía geográfica con Estados Unidos, y en un segundo aspecto, por la influencia desestabilizadora que juntos pueden ejercer en Latinoamérica. Esto es muy importante y debería preocupar a los gobiernos del continente latinoamericano. No es casualidad que además de acuerdos comerciales y la creación de un fondo estratégico de más de 4.000 millones de dólares para inversiones conjuntas, ambos hayan anunciado que se dedicarán a promover “el pensamiento revolucionario en la región y el mundo”. Es que a Irán le resultaría tentador poner a Estados Unidos en una situación similar a la que sufrió durante la crisis de los años 60, donde misiles rusos fueron desplegados en Cuba y apuntaban aquí (a Estados Unidos), y es conocido el interés de Chávez en poseer tecnología nuclear, así como la disposición de Irán de ayudarlo a obtenerla. Aun así, muchos consideran que Ahmadineyad es sólo un gran hablador y no toman en serio sus anuncios de que se encargará de borrar del mapa a Israel, como tampoco dan crédito a las bravuconadas de Chávez sobre expandir la “revolución socialista” en Latinoamérica. A ésos hay que recordarles que en los años 30 en Europa también consideraban a Adolf Hitler un bufón y ese error costó 60 millones de vidas.
—Como la otra cara de la explicación de la medalla: ¿cuáles son los intereses de los países latinoamericanos que han estrechado vínculos con Irán? ¿Qué tanto influye que sean gobiernos de izquierda los que lideran esta política? ¿O estas alianzas trascienden el discurso de izquierda de estos mandatos?
—Lo que existe es un erigirse como el paladín del antiamericanismo por parte del régimen chavista y de algunos países de la región cuyos gobiernos acompañan esta posición desde reivindicaciones populares y nacionales; pero la realidad es que en el marco de una estructura conceptual y operativa más compleja y decantada, estos gobiernos “no son de izquierda”, son de neto corte totalitario y pretenden socavar la región sobre la base de una pseudoconvergencia. Por otro lado, bajo la forma de un incipiente pero innovador y ambicioso esbozo, se despliega la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba), aupada por concepciones ideológicas indefinidas pero antiestadounidenses. Paradójicamente, algunos miembros del Alba son asimismo miembros de Comunidad Suramericana de Naciones (Unión de Naciones Suramericanas, Unasur) y del Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Comunidad Andina de Naciones, ya sea como miembros plenos o asociados. La aspiración de estos últimos a que el Alba se constituya en el núcleo duro de la Unasur no parece prosperar más allá de las fronteras ideológicas establecidas; pero las experiencias innovadoras que introduce afectan la agenda sudamericana sin ninguna duda, especialmente en los planos social, energético y financiero. No obstante, y hasta tanto se produzcan nuevos cambios políticos en la región, los restantes miembros de la Unasur no se apresuran por sumarse al Alba. De hecho, la pugna por el destino de la Unasur pasa por los modelos contrastantes del Mercosur y del Alba; destino en el cual los ciudadanos de la región deberían tener, como potenciales beneficiarios de los procesos de integración, alguna capacidad efectiva de incidencia. Sin embargo, con significativas diferencias, todos los esquemas predominantes dejan un espacio restringido para la participación de actores sociales y políticos que no sean los propios estados.
En las diferencias significativas que le menciono queda el interrogante: ¿De qué sirve en el largo plazo ser aliado de un régimen controvertido y sindicado como patrocinador del terrorismo —por ejemplo por la justicia argentina— a los gobiernos latinoamericanos que se presentan como antiestadounidenses? Personalmente tengo la percepción que no será positivo para sus pueblos en el futuro, no tengo dudas de eso, más aún en ámbitos de inversión extranjera, progreso y desarrollo. Nadie dice que se debe ser colonia de nadie, pero hay una conducta antiestadounidense que no tiene ningún sentido pensando la región a 30 años.
—¿Cuán estratégica es Bolivia para Irán?
—Bolivia es un país que está ubicado estratégicamente y representa un importante aliado para Irán que puede actuar como catalizador de la creciente cooperación de Irán con otros gobiernos izquierdistas o populistas de América Latina. En septiembre de 2007, Ahmadineyad visitó por primera vez la ciudad de La Paz para conocer al presidente Evo Morales. En esa oportunidad firmaron un programa de cooperación de 1.100 millones de dólares en el sector subdesarrollado de petróleo y combustible de Bolivia. Un año después, el Gobierno de Bolivia, con el apoyo de Irán y Venezuela, creó la Compañía Estratégica Pública Nacional Cemento de Bolivia con una inversión de 230 millones de dólares para la implementación de dos plantas en Potosí y Oruro. Tiempo después Irán decidió abrir, en Bolivia, dos clínicas de salud como base para futuros proyectos —en Sudamérica— de la Media Luna Roja. El acuerdo incluyó el envío de equipos médicos iraníes a Bolivia y el ofrecimiento de educación y entrenamiento para profesionales bolivianos, expandiendo así la ayuda médica que ya está siendo suministrada por Cuba y Venezuela al Gobierno de Morales. En septiembre de 2008, Morales viajó a Teherán y acordó con Ahmadineyad acelerar la ejecución de proyectos conjuntos para incrementar el desarrollo y bienestar económico de ambas naciones, fue allí donde ambos presidentes emitieron una declaración sobre la interferencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en el expediente nuclear iraní, donde Morales llegó a decir que ello no tiene justificación legal ni técnica. La decisión de Morales de apoyar, sin vacilación, la posición de Irán en su actual enfrentamiento nuclear sirvió para consolidar la amistad entre Irán y Bolivia. Es más que claro que la influencia de Chávez con el presidente Morales ha puesto a Bolivia como un aliado estratégico del régimen de los mullahs (versados en el Corán) en Sudamérica y esto no será bueno para el pueblo boliviano en el largo plazo. Bolivia tiene recursos naturales de alta importancia para la comunidad internacional y muy bien podría avanzar y progresar en la explotación y comercialización de ellos para ampliar sus riquezas, pero no veo que ayude a su imagen internacional su cercanía con el régimen de Teherán.
—¿Irán ha estrechado lazos con Bolivia por sus reservas de uranio, para alimentar sus afanes nucleares?
—No tenga la menor duda. Irán no tiene interés en acuerdos bilaterales con Bolivia si usted piensa en términos de salud, alimentación, cultura u otra materia de real interés del pueblo boliviano. Su interés en Bolivia se centra absolutamente en sus reservas de uranio y en la ubicación geográfica de Bolivia dentro del continente. Quien crea lo contrario incurre en un grosero error.
—¿Bolivia es clave en lo geopolítico para Irán?
—No hay tales valores o intereses geopolíticos en Bolivia para Irán, Ahmadineyad sabe perfectamente que el Gobierno actual de Bolivia es un satélite de su aliado principal en la región, es decir, del Gobierno de Chávez. Lo que sí existe por parte del régimen iraní, repito, es el interés por las importantes riquezas en uranio que dispone Bolivia, y ello es lo que Irán hace administrar a través de la tercerización con Caracas. Irán dispone de gas necesario y es el tercer productor mundial de petróleo, pero no dispone de uranio. En esa dirección se debe entender la relación de interés más allá de cualquier inversión en salud o agricultura que publiciten ambos gobiernos.
—Pero, ¿cuál el papel de Bolivia en este plan iraní por tener mayor presencia en Latinoamérica?
—La relación entre Bolivia e Irán ha comenzado hace algo más de tres años y se ha ido consolidando a través del gobierno de Venezuela hasta llegar al punto actual. Hay que recordar aquella reunión que se llevó a cabo en La Paz el año pasado entre el presidente Evo Morales y el canciller iraní, el señor Manouchehr Mottaki, quien llegó a Bolivia acompañado de una numerosa delegación de diputados y asesores.
La versión oficial que brindó la oficina de prensa del Palacio Presidencial boliviano en esos días fue que el objetivo había sido “fortalecer las relaciones de amistad y cooperación en hidrocarburos, minería y medicina”. Sin embargo, paralelamente existieron reuniones a puerta cerrada, sin prensa ni declaración oficial, entre altas cúpulas militares del Ejército boliviano y los agregados militares de la Embajada iraní destacados en Venezuela en ese tiempo. Lo que quedó refrendado por un plan de cooperación a Bolivia por 1.100 millones de dólares. Previamente a la llegada del Canciller iraní, el Gobierno boliviano recibió la aprobación de otro préstamo de las arcas iraníes, esta vez por 280 millones de dólares, “para los planes y necesidades del presidente Morales y para que sean dispuestos libremente por él”, según las propias palabras del Canciller. Al respecto, la relación Venezuela-Rusia y ahora Bolivia-Venezuela-Irán no sólo debe preocupar a sus vecinos, Perú y Chile —con este último Bolivia tiene reclamos razonables de una salida al océano Pacífico—, sino también debe ser foco de atención de todas las instancias de defensa, planificación estratégica, política y diplomática en toda la región sudamericana. No en vano Venezuela suscribió con Bolivia un pacto de asistencia de defensa que faculta a Venezuela para responder militarmente en nombre y representación de Bolivia, cualquier acto tendiente a deponer al presidente Morales o para repeler un acto de guerra. Éste es un enorme y peligroso “buen” pretexto para comenzar una temida guerra en la región. Infortunadamente, Bolivia ha caído bajo la influencia de la Venezuela chavista y ello le ha valido ser acusada oficialmente por Estados Unidos de proveer uranio en bruto a Irán. Le diría que los observadores y actores políticos bolivianos han descubierto tardíamente el peligro que representa el eje de su socio latinoamericano —Caracas— con Teherán. La fuerte presencia iraní y su influencia ya están en Bolivia. ¿Cuándo emergerá abiertamente? Ello tendrá que ver con una necesidad estratégica.
—La anterior semana Bolivia nombró por primera vez en su historia un Embajador en Irán.
—El nombramiento de Jorge Miranda Luizaga como embajador de Bolivia ante la República Islámica de Irán no debe sorprender por lo anteriormente expuesto, es un acto de fortalecimiento de las relaciones bilaterales y ratifica las estrechas relaciones que estableció el Gobierno de Morales con el presidente Ahmadineyad. Y a pesar de no tener antecedentes diplomáticos, hasta donde conozco de Miranda, es un intelectual que ha escrito varios libros sobre antropología y es un especialista en cuestiones de cultura andina, ademas de disponer de una licenciatura en química. Habrá que esperar y se verá en el tiempo cómo y cuál sea la orientación y el resultado de su gestión.
—Estados Unidos no oculta su preocupación por esta avanzada iraní, sin embargo, ¿cuánto de culpa tiene su gobierno —tanto el anterior de George W. Bush y el actual de Barack Obama— para que suceda esto? ¿Usted nota con Obama un cambio de su política de relación con América Latina?
—Estados Unidos ha tenido y tiene socios en América Latina; los países persiguen intereses, no amistades. Estados Unidos no es la excepción, pero hoy tiene sus propios problemas internos, que no son pocos; tiene también varios enigmas por dilucidar en políticas transoceánicas con la Unión Europea y no menos problemas en la guerra contra el terrorismo en Oriente Medio. Ahora, si una persona, un gobierno o un país quiere poner sus propios errores como responsabilidad de los demás, lo más probable es que jamás resuelva sus problemas. Si algunos gobiernos latinoamericanos prefieren culpar hacia fuera por su decadencia, es poco lo que se pueda decir contra esa visión del prisma ideológico con el que se ve a los Estados Unidos desde Latinoamérica. En dirección a su pregunta sobre la actual gestión del presidente Obama, hay que decir que es inaudita la pérdida de aceptación popular que está experimentando en estos últimos 18 meses dentro mismo de los Estados Unidos, con lo que le expreso, no veo que él esté preocupado en demasía por América Latina ni considere un acercamiento mayor a la administración anterior del ex presidente Bush.
—Tomando el ejemplo europeo, donde Irán armó un proyecto de penetración muy importante —incluso usted habla de la petroyihad—, ¿qué aspectos debe tomar en cuenta Latinoamérica de esta avanzada iraní en ese continente?
—Es cierto, me he referido en algún análisis o artículo escrito meses atrás utilizando el termino “petroyihad”; se me ocurre que ése es el concepto irrefutable al avance integrista en curso en Europa por los últimos 30 años; pero en este caso mi referencia ha ido puntualmente en dirección a la financiación proveniente del wahabismo petrolero saudita y no de la República Islámica de Irán. Lo cual no excluye que el ejemplo europeo sobre el avance del yihadismo no pueda dar resultados positivos a Irán en América Latina, puesto que Irán es el tercer productor petrolero mundial, dispone de los recursos económicos y de gobiernos amigos para afianzarse y ser un jugador relevante en la región sudamericana tan identificada con el antiamericanismo y donde hay demasiados problemas irresueltos, por caso, la pobreza, el desempleo, etcétera. En dirección a las consecuencias de esta hipótesis, claro que serían negativas para los pueblos latinoamericanos.
—¿Cuáles consecuencias?
—Me refiero puntualmente a la desinversión de muchas empresas multinacionales con la consecuente pérdida de fuentes de empleo. Japón, Canadá y Australia retiraron muchas de sus inversiones a causa de las acciones violentas y los ataques a los buses en Londres, por ejemplo; lo mismo sucedió con las bombas de la Estación Atocha en Madrid, y no sabemos aún cuáles serán las consecuencias de los ataques recientes de las dos jóvenes islamistas que se han inmolado en los trenes rusos. Pero básicamente las consecuencias son el aislamiento internacional que inexorablemente se produce con los países que se alían abiertamente a regímenes controvertidos como en este caso el régimen iraní.
—Hasta ahora, ¿Ahmadineyad se está saliendo con la suya en cuanto a sus planes en Latinoamérica? ¿Qué aspectos pueden jugar a su favor y en contra para que esta expansión se frene o avance?
—Si bien es cierto que Irán ha colectado amigos en gobiernos de la región y no hay que subestimar a Irán en ningún aspecto, lo que cabe observar, y ello está a la vista, es “quiénes son sus amigos” en Latinoamérica. Estamos ante dos posiciones polarizadas e irreconciliables: hay muchos ciudadanos latinoamericanos que apoyan a Chávez y a sus socios de la región, incluido a su socio extraterritorial, Irán. Otros tantos consideran a Chávez es tan dictador como al cubano Fidel Castro o al chileno Augusto Pinochet en su tiempo. Lo cierto es que los gobiernos sudamericanos amigos del presidente Ahmadineyad deberían comprender que la crisis política postelecciones en Irán ha mostrado al mundo cuánto de recelo y violencia guardan los gobiernos autocráticos como el de Ahmadineyad contra la libertad de sus ciudadanos, y cómo se desquició para censurar y controlarlos a fuerza de represión. Un ejemplo similar al de Irán es Cuba y lo mismo ocurre en Corea del Norte, Libia o Siria. Y aquí no se trata de la defensa de los Estados Unidos o del Estado de Israel, pero es cada día más claro que no está del lado correcto un hombre que incita al genocidio en violación de la prohibición de la Convención de Genocidio, que ejerce la represión masiva de su propio pueblo, que desafía diariamente a la comunidad internacional con su programa nuclear en violación de las Resoluciones del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas, que nombra como ministro de su gobierno a una persona con captura internacional de la Policía Internacional por crímenes contra la humanidad (por pedido de la justicia de la República Argentina), que ataca los principios básicos del Estatuto de Naciones Unidas, al tiempo que amenaza borrar a Israel del mapa, niega el holocausto e invoca burdas tramas antisemitas como los Protocolos de los Sabios de Sión. Es una cuestión de valores, algunas personas podrán apreciar a los judíos y otras no, definir eso o conceptualizarlo es materia de otro tema. Pero ningún ser humano razonablemente serio puede negar el hecho de que ellos son el más formidable ejemplo de superación que se haya conocido como pueblo. Ésa será la vulnerabilidad del Presidente iraní y de sus aliados si persiste en su posición, y ello no sólo en Oriente Medio, sino también en América Latina.
George Karim Chaya: BA in History. Escritor, docente y analista político internacional experto en asuntos de Oriente Medio e Iberoamérica. Escribe para periódicos de Estados Unidos y España. Es asesor académico de la Fundación Safe Democracy. Su reciente libro: Montoneros: Conexión local en los atentados a la AMIA y la Embajada de Israel, editado en la República Argentina, ha sido de gran impacto en toda América Latina. Sus conferencias de geopolítica y el conflicto árabe-israelí suscitan interés de intelectuales, dirigentes comunitarios, profesionales, estudiantes y público en general.
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