Las banderas ondeaban ayer a media asta en la central de la CIA en Langley, Virginia. Siete muertos en un atentado contra la base de la agencia en Afganistán son el balance más trágico desde la muerte de 8 agentes en el bombardeo de la embajada estadounidense en Beirut en 1983.
La identidad de las víctimas se mantenía ayer en secreto por «seguridad», pero se sabía que entre ellas se contaba la jefa de la base en la provincia afgana de Khost, una veterana del servicio y madre de tres hijos. La explosión la causó un terrorista suicida que no pasó por los controles para entrar a la base por su condición de informante.
Los talibanes han reivindicado el atentado, protagonizado por un soldado afgano de uniforme. Fuentes del gobierno afgano desmienten este punto. Al parecer hacía tiempo que la CIA le cortejaba para que les pasara información mientras él secretamente cortejaba a los talibanes para que confiaran en él como bomba humana. Finalmente le armaron con un cinturón cargado de explosivos con el cual llegó al gimnasio de la base norteamericana sin que nadie le parara ni le cacheara.
Golpe a la credibilidad
Un ex-agente de la CIA entrevistado por la BBC afirmaba ayer que a veces hay que correr este tipo de riesgos para «ganarse» la confianza de posibles informantes. Estos métodos contrastan por ejemplo con la dureza empleada en Bagdad con los intérpretes y traductores iraquíes que se jugaban la vida simplemente con ser vistos entrando en la embajada norteamericana. Una y otra vez se les obligaba a hacer cola en los controles a cara descubierta.
Nuevo golpe pues a la credibilidad y eficacia de la CIA, si bien ayer no era día de reproches sino de condolencias e incluso reconocimientos. El presidente Barack Obama, quien un día antes había reprendido a la central de inteligencia por los «fallos inaceptables» de seguridad que hicieron posible el atentado de Detroit, se apresuró ayer a rendir tributo a los caídos.
En un discurso escrito, Barack Obama los situó en «la larga hilera de patriotas que han hecho grandes sacrificios para proteger a sus conciudadanos y nuestra forma de vida».
El presidente elogió a los hombres y las mujeres de la CIA por correr riesgos «a veces desconocidos incluso por sus familias». Especialmente desde que la central de inteligencia se apartó de su inicial función de recolectar información para priorizar la acción encubierta y paramilitar.
Numerosos analistas consideran que esta deriva ha sido un desastre y que en ella está la causa de la «ceguera» de Estados Unidos en conflictos como el de Vietnam o el de Irak. Un oficial de la CIA citado ayer por la CNN prometía ayer «vengar» los muertos en Afganistán con «exitosas y agresivas operaciones antiterroristas».
De momento, el presidente Obama tiene sobre su mesa desde el jueves los primeros informes sobre los fallos de seguridad y sobre todo de la comunidad de inteligencia, que hicieron posible el atentado fallido de Detroit.
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