*Cristian Leyton Salas es Doctor © en Estudios Americanos
Ante los reclamos del mandatario Alan García, señalemos que el Protocolo Complementario del Tratado de 1929 que sella la absorción por parte de Chile de Arica, señala en su artículo 1 que, “Los Gobiernos del Perú y de Chile no podrán, sin previo acuerdo entre ellos, ceder a una tercera potencia la totalidad o parte de los territorios que, en conformidad al Tratado de esta misma fecha, quedan bajo sus respectivas soberanías, ni podrán, sin ese requisito, construir, a través de ellos, nuevas líneas férreas internacionales”.
Sí, efectivamente, existe un vínculo de soberanía peruano sobre Arica. Chile no posee la capacidad de “ceder” unilateralmente territorio a un tercer país, en este caso Bolivia. Nadie jamás a cuestionado este punto. Sin embargo, este vínculo es mutuo. Chile posee también un vínculo de soberanía sobre Tacna.
La sed de potencia de Torre Tagle está saciada, en particular al escuchar el reconocimiento de este hecho por parte del el viceministro de Relaciones Exteriores boliviano, Hugo Fernández. En nada cambia este reconocimiento el acercamiento sin precedentes entre Bolivia y Chile, Evo y el Gobierno chileno. Solamente un factor podría hacerlo: un cambio en los equilibrios de poder políticos internos bolivianos.
Resulta interesante apreciar la estrategia de Alan García en contra de Evo Morales. Utilizar la modalidad tantas veces criticada por el APRA peruano al "imperialismo" de los EE.UU, esa política del divide et impera. Hoy todo parecer indicar que desde la Casa de Pizarro (Palacio de Gobierno del Perú) se estimula el debilitamiento del sistema político boliviano. Una forma tradicional que permite telecomandar la política exterior boliviana hacia Chile.
Por mucho tiempo, casi un siglo, esta política exterior “boliviana” fue “gobernada” desde Lima. El uso de la razón en las relaciones entre el Palacio Quemado y La Moneda no existía, en especial desde La Paz hacia Chile. De nada servía demostrar insistentemente que con la política de “denuncia” sistemática en los foros internacionales de la condición de mediterraneidad de su país, como resultado de la “mezquina” postura chilena, nunca lograrían obtener la ansiada salida al mar. Necesitaban negociar. Ceder para ceder. La política y retórica de exigir una salida al mar sin entregar nada a cambio era políticamente rentable tanto para el sistema político partidista boliviano como para el peruano. Recordemos el “factor Chile”.
Hoy, Lima considera que Evo cruzó la línea roja en su relación con Chile.
Necesita debilitar a La Paz, el MAS y su dirigencia. Que mejor que servirse de este período pre electoral. Alimentar el surgimiento de “liderazgos indigenistas”, ésta vez, con diversos colores políticos, pero indígenas, a fin de fragmentar el voto que llevó a Evo al poder. El ex presidente altiplánico Jaime Paz Zamora, el otrora ex mandatario Carlos Mesa y porque no, el dirigente de PODEMOS, la oposición oficial boliviana al régimen, Jorge Quiroga, todos al unisonó, aparecen criticando hoy el acuerdo del Silala y el acercamiento a Chile. Dirigentes que han visto perder su poder, el de sus partidos y sus respectivas capacidades de influencia sobre la mayoría indigenista boliviana.
El “socio estratégico” es Perú, el aliado natural, el amigo hereditario…
Impedir un próximo gobierno del MAS parece ser el objetivo por parte de la clase política peruana. Resulta extremadamente interesante constatar que la sed de potencia de la dirigencia peruana incluso va más allá de la coincidencia ideológica con Chile. Pero de la misma forma, resulta interesante constatar que no obstante el abismo que separa al liderazgo político chileno con el chavista de Evo Morales, en términos ideológicos, ambos han abierto un espacio de interacción, cooperación y de concertación en términos de solucionar los diferendos que les oponen.
Mientras tanto, Alan García está jugando con fuego boliviano, cuidado que se le puede quemar su propia casa...
Sí, efectivamente, existe un vínculo de soberanía peruano sobre Arica. Chile no posee la capacidad de “ceder” unilateralmente territorio a un tercer país, en este caso Bolivia. Nadie jamás a cuestionado este punto. Sin embargo, este vínculo es mutuo. Chile posee también un vínculo de soberanía sobre Tacna.
La sed de potencia de Torre Tagle está saciada, en particular al escuchar el reconocimiento de este hecho por parte del el viceministro de Relaciones Exteriores boliviano, Hugo Fernández. En nada cambia este reconocimiento el acercamiento sin precedentes entre Bolivia y Chile, Evo y el Gobierno chileno. Solamente un factor podría hacerlo: un cambio en los equilibrios de poder políticos internos bolivianos.
Resulta interesante apreciar la estrategia de Alan García en contra de Evo Morales. Utilizar la modalidad tantas veces criticada por el APRA peruano al "imperialismo" de los EE.UU, esa política del divide et impera. Hoy todo parecer indicar que desde la Casa de Pizarro (Palacio de Gobierno del Perú) se estimula el debilitamiento del sistema político boliviano. Una forma tradicional que permite telecomandar la política exterior boliviana hacia Chile.
Por mucho tiempo, casi un siglo, esta política exterior “boliviana” fue “gobernada” desde Lima. El uso de la razón en las relaciones entre el Palacio Quemado y La Moneda no existía, en especial desde La Paz hacia Chile. De nada servía demostrar insistentemente que con la política de “denuncia” sistemática en los foros internacionales de la condición de mediterraneidad de su país, como resultado de la “mezquina” postura chilena, nunca lograrían obtener la ansiada salida al mar. Necesitaban negociar. Ceder para ceder. La política y retórica de exigir una salida al mar sin entregar nada a cambio era políticamente rentable tanto para el sistema político partidista boliviano como para el peruano. Recordemos el “factor Chile”.
Hoy, Lima considera que Evo cruzó la línea roja en su relación con Chile.
Necesita debilitar a La Paz, el MAS y su dirigencia. Que mejor que servirse de este período pre electoral. Alimentar el surgimiento de “liderazgos indigenistas”, ésta vez, con diversos colores políticos, pero indígenas, a fin de fragmentar el voto que llevó a Evo al poder. El ex presidente altiplánico Jaime Paz Zamora, el otrora ex mandatario Carlos Mesa y porque no, el dirigente de PODEMOS, la oposición oficial boliviana al régimen, Jorge Quiroga, todos al unisonó, aparecen criticando hoy el acuerdo del Silala y el acercamiento a Chile. Dirigentes que han visto perder su poder, el de sus partidos y sus respectivas capacidades de influencia sobre la mayoría indigenista boliviana.
El “socio estratégico” es Perú, el aliado natural, el amigo hereditario…
Impedir un próximo gobierno del MAS parece ser el objetivo por parte de la clase política peruana. Resulta extremadamente interesante constatar que la sed de potencia de la dirigencia peruana incluso va más allá de la coincidencia ideológica con Chile. Pero de la misma forma, resulta interesante constatar que no obstante el abismo que separa al liderazgo político chileno con el chavista de Evo Morales, en términos ideológicos, ambos han abierto un espacio de interacción, cooperación y de concertación en términos de solucionar los diferendos que les oponen.
Mientras tanto, Alan García está jugando con fuego boliviano, cuidado que se le puede quemar su propia casa...
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