PARADA MILITAR BICENTENARIO EJERCITO DE CHILE 2010

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domingo, 24 de octubre de 2010

MAR PARA BOLIVIA...PERO ¿PARA QUÉ?

"A mí me gustaría(…) que el Presidente de la República aproveche todo este capital internacional que tiene hoy día, para que tengamos una solución al tema marítimo boliviano". 
Marcelo Brunet

Con esa frase Pablo Longueira reabrió un tema que parecía bastante cerrado para nosotros. El destino ha hecho que nuestro océano –llamado paradojalmente Pacífico- haya sido y siga siendo fuente de tanto conflicto con el vecino país.
Se debe destacar del senador Longueira la habilidad de levantar comunicacionalmente temas con facilidad y posicionarlos en la discusión pública. Sin embargo, en este tema, por el afán de pretender aparecer menos conservador, se concede en forma innecesaria y gratuita un punto al vecino país, en desmedro de los intereses del propio.
Formalmente, porque el mecanismo que propone para resolver el conflicto es imposible jurídicamente. Propone para ello un plebiscito, pero éste no es una instancia constitucional para resolver estos temas. Para ello existe un Congreso –del cual él es parte- y una institucionalidad que debe respetarse: conforme con nuestra Constitución los plebiscitos son sólo permisibles en conflictos entre el Ejecutivo y Legislativo en el curso de una reforma constitucional y en los casos de consultas comunales. El mar para Bolivia no califica en ninguno de tales casos.
Pero el problema está en el fondo del asunto: sin pretender utilizar argumentos nacionalistas trasnochados, y más allá de los legalismos a los que podría echarse mano para justificar una negativa, hay razones para pensar que ninguna concesión chilena en la materia resolvería gran cosa. Al contrario, cualquier gesto distinto al de nuestra posición histórica pudiera solo generar mayores desavenencias en el futuro con Bolivia.
La prensa local habla del “el injusto enclaustramiento al que es sometido Bolivia” (Jornada); y que “Bolivia clama justicia para volver al Pacífico” (El Diario). El propio presidente Morales afirma cada vez que puede que ``más temprano que tarde'' su país obtendrá una salida soberana al Océano Pacifico y que ``Nuestra posición es algo irrenunciable''.

¿Puede ser sólo el mar causa de tanto adjetivo? ¿será el mar (realmente) el problema?
La paradoja del tema que los bolivianos denominan “la problemática del mar” es que aquel no se resuelve sólo con mar, pues el Tratado de 1904 señala en su artículo sexto que: “la República de Chile reconoce en favor de la de Bolivia y a perpetuidad, el más amplio y libre derecho de tránsito comercial por su territorio y puertos del Pacífico”. Ello, evidentemente, no bastó. Porque es ahí donde nace el problema: para Bolivia, el mar no es solo una reivindicación patriótica: el Pacífico, para ellos, es símbolo de desarrollo, de progreso económico, en síntesis, la razón por la que, para ellos, su pueblo es inmensamente pobre y el nuestro, injustamente rico.
Tal emotividad sólo se entiende haciendo el ejercicio de reemplazar la palabra “mar” por la de “desarrollo”, que parecieran ser sinónimas en el paradigma boliviano. Sin duda, para ellos lo ignominioso, lo injusto, lo abusivo, es que nuestro país haya alcanzado un crecimiento superior al de ellos y que los bolivianos atribuyen–correcta o erróneamente- al mar. 
Así, cualquier alternativa que ofrezca Chile, salvo garantizarles desarrollo y crecimiento económico garantizado a los bolivianos -cosa lejana a nuestras posibilidades- siempre será insuficiente. Porque ante sus ojos nosotros somos los responsables históricos de lo que les pasa.
Los problemas de nuestros vecinos seguirán exactamente igual al día siguiente de que Chile les hubiere entregado soberanía marítima, y al subsiguiente, y al año y al siglo después. Ello dice relación con un asunto difícil de entender desde nuestra frontera, dada su naturaleza subjetiva. Las expectativas desmedidas que los propios bolivianos han generado respecto de una eventual salida al mar, sin duda sobrepasan con creces el tamaño del Océano.
No es verdad que los 42 países mediterráneos que existen en el mundo sean todos pobres, ni es casualidad, por otro lado, que Bolivia se encuentre dentro de los que 30 menos desarrollados y más pobres del planeta. No es la falta de mar la que ha hecho que Bolivia haya tenido 91 presidentes en 181 años de vida independiente, uno cada dos años. No es culpa de la carencia oceánica que Bolivia ocupe el lugar 117 entre 159 países en índices de corrupción. No es la falta de mar lo que ha hecho que los bolivianos hayan hecho mal las cosas, como las hizo Chile durante años.
El prestigioso escritor boliviano Edmundo Paz Soldán afirma que “Es cierto que nuestro desarrollo como nación pudo haber sido otro si no hubiéramos perdido nuestra salida soberana al Pacífico. Pero también es cierto que a veces hemos utilizado ese argumento como una excusa para justificar nuestro atraso. ¿Chile es el único culpable de todas nuestras desgracias? No lo creo. Los culpables principales son la gran mayoría de nuestros gobernantes, que, entre muchos otros de sus grandes errores, han manejado este asunto demagógicamente
Hasta que Bolivia se dé cuenta que su porvenir no proviene forzosamente del mar, sino de sus políticas públicas, de la liberalización de sus mercados, de creer en la libertad de empresa, no podrá liberarse del subdesarrollo y de la pobreza. Y nosotros, los chilenos, no podemos resolver eso. Ni siquiera ofreciéndoles nuestro mar.

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