Se trata de un cambio de sentido. Hasta ahora, las operaciones de la banda armada Sendero Luminoso en el empobrecido Valle de los Ríos Apurímac y Ene (VRAE), en la selva del sudeste de Perú, eran consideradas como actividades subversivas con motivaciones netamente ideológicas. Así se les ha calificado públicamente y así también se ha combatido al grupo terrorista. Sin embargo, ayer el comandante general del Comando Especial del VRAE, general Benigno Cabrera, reconoció por primera vez que el remanente que opera en esta conflictiva región ya no actúa con esa lógica, sino con la de una mafia del narcotráfico que cuida su territorio.
"Se trata de una firma más del narcotráfico en el VRAE", afirmó Cabrera, quien resaltó que el grupo está organizado como un "clan familiar" liderado por los hermanos Víctor, Miguel Ángel y Carlos Quispe Palomino: los "camaradas José", "Raúl" y "Gabriel" en la jerga senderista.
Según reconoció Cabrera, los sangrientos ataques y enfrentamientos que desde agosto de 2008 han dejado 49 militares muertos en esta región selvática no responden al mismo modelo terrorista -conocido como "guerra popular"- que dejó decenas de miles de víctimas en los años 80 y 90, hasta que en 1992 fue detenido el líder de Sendero, Abimael Guzmán.
Ahora el propósito del clan de los Quispe Palomino sería proteger, con las armas, los cultivos de coca y las rutas de tránsito en esta región que produce el 76% de la droga de Perú, que a su vez, ya es el segundo productor mundial de cocaína detrás de Colombia.
Jorge Antezana, uno de los expertos que más ha estudiado el narcotráfico y el conflicto interno peruano, se alegra de que "por fin el general se acerque a la realidad" del grupo armado. Dice que la escisión senderista del VRAE se acercó a la droga desde 2000, cuando comenzó a aliarse y otorgar protección a los "burreros" (que llevan la droga), pero no fue hasta 2005 que empezó a tener sus propios cultivos de coca y fosas para macerar pasta base.
Hoy, dice, son una organización de peso en el negocio. "Según mis investigaciones, hacia 2007 tenían unas 135 hectáreas de cultivos. Eso debe haber crecido. Pero si nos quedamos sólo con esa cifra, que de por sí ya es conservadora, nos da una idea de su gran importancia dentro de la cadena narco", afirma Antezana.
Esa cadena la complementan carteles internacionales -se sospecha que, tras la caída de los colombianos, la mayoría mexicanos-, que hacen los pedidos, el control de calidad y la exportación de la droga.
Aunque en el VRAE conviven muchas otras firmas productoras de droga, la línea senderista tendría ventaja. "Los hermanos Quispe Palomino tienen experiencia de guerra. Su logística militar la ponen al servicio del narcotráfico. Guardando las distancias, proporciones y características, se podría decir que es un senderismo farcarizado. Está actuando dentro del modelo de las FARC", añade Antezana, quien insiste en que el actual grupo que opera en el VRAE no puede ser llamado Sendero Luminoso en términos totales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario