Con la derrota del partido gobernante en las últimas elecciones de legisladores muchos Argentinos se olvidaron que el Congreso Nacional se había convertido en un organismo genuflexo e inoperante. Ahora las acciones de gobernadores de provincia dando órdenes a “sus” legisladores reavivan la memoria.
* Valeriano F. García es ex-Director Ejecutivo del Banco Mundial (1998-2000)El Poder Ejecutivo Nacional (PEN) ha forzado la renuncia de Martin Redrado como presidente del Banco Central. En sorpresivo acto de rebeldía dicho funcionario, que había sido siempre fiel mandatario del PEN, rehusó prestar su acuerdo a que las reservas del Banco Central fuesen puestas a disponibilidad de este último. Entonces, por medida judicial ahora es el Congreso el que debe autorizar dicha acción. En estas circunstancias los medios de comunicación están anunciando (literalmente) que “Los gobernadores están dando instrucciones a sus legisladores (sic) de votar en favor del uso de las reservas del Banco Central por parte del Poder Ejecutivo”. Lo grave de esto, no es solo el motivo por el cual se compra-venden los gobernadores (transferencias de fondos) sino que a nadie parece sorprenderle que en un régimen teóricamente republicano el poder Ejecutivo provincial instruya a miembros del Legislativo sobre cómo votar. Pregunto: ¿los congresistas, representan a los gobernadores o al pueblo que los voto?
El poder PE Nacional había terminado con el poder del Congreso. Este último se había vuelto obsecuente y nunca respondía a nada que no sea el aparato Ejecutivo. El diputado Agustín Rossi (jefe del bloque de diputados oficialistas) en su momento anuncio sin vergüenza que el votaba en favor de aumentar el impuesto a las exportaciones de granos “porque a él Cristina (Kirchner) lo había llevado al Congreso y le debía lealtad”. Aparentemente no lo llevo la gente que lo voto “lo llevo Cristina” (!!!) Hubo poca indignación popular y hasta se acepto ese argumento como valido. Ahora, pareciera que hay una aceptación generalizada del avance de un poder sobre el otro.
La Democracia no es tan importante como la Republica Democrática. La diferencia entre una simple democracia y una democracia republicana está en la división de poderes, el balance y el respeto mutuo entre ellos. Los movimientos nacional-socialista que llevaron al poder a Hitler y a Perón fueron movimientos “democráticos” y tanto el líder alemán como el argentino fueron elegidos democráticamente. (También lo fue Chávez; el pequeño aspirante a dictador que ahora en Venezuela termino con su Republica.) Mientras que en Alemania el fascismo es erradicado por la misma gente del pueblo (previa eliminación de su brazo armado por el “imperialismo yanqui”) en Argentina hoy nadie puede ganar una elección sino se auto-proclama “peronista” (por supuesto sin nunca hacer ninguna referencia al pasado fascista del líder ni a sus simpatías con los nazis.)
El unicato es el arreglo institucional ideal para la “nueva clase”. Las clases sociales tienen un nuevo miembro: los políticos, su familia y sus amigos. En Argentina es ahora muy común que los gobernantes lleven consigo a cargos públicos tanto electivos como asignados, a sus esposas, hijos, nietos y otros familiares. Es decir que en Argentina hay ahora una nueva clase; una clase que actúa con la arrogancia de los matones. Lamentablemente pareciera que este nepotismo es aceptado como normal. Los de esta clase se manejan como lo ya lo decía su líder Perón que se debía hacer, dando: “a los amigos todo, a los enemigos ni justicia”. A esta nueva clase solo le interesa mantenerse en el poder. Y para mantenerse en el poder nada mas incomodo que los controles de un poder judicial independiente y temido; y los de un Congreso fuerte y respetado. En este contexto y para perpetuarse en el poder no saben lo que es una “política de Estado” sino que gobiernan “día a día” y usan una formula muy simple, “le quitan a cien para repartir a mil” y así tienen una ganancia neta de 900 votos; negocio redondo que dio lugar a la multiplicación de los perversos “planes sociales”. Estos planes fueron engendrados por las burocracias de los organismos internacionales de crédito, para los supuestos “grupos vulnerables” que a la final se convirtieron en clientes del poder y la corrupción.
El travestismo institucional, que ahora sufre la Argentina, tiene larga historia; Muy pocos dijeron algo cuando el poder judicial requirió la detención internacional de uno de los Iraníes inculpados en el criminal acto terrorista contra la AMIA (Sociedad Judaica de Ayuda Mutua) y un miembro del PEN (el vice-Presidente, Carlos Ruckauf) “se disculpo” ante Irán diciéndole que “la medida no ha sido tomada por el Gobierno sino por un juez” (¿acaso en una Republica, el poder judicial no es parte del sistema de Gobierno?)
Kirchner es una versión moderna de Facundo Quiroga; En sus dominios, durante las guerras civiles argentinas del siglo XIX, el “caudillo” Facundo Quiroga era el Estado; él en su persona (al igual que Rosas) abarcaba la suma del poder público. El hacia sus propios negocios: allí donde pisaba no solo no crecía el pasto sino que por supuesto se apoderaba, para sí mismo, de hacienda y propiedad; o la facilitaba a sus amigos. La larga tradición de Ejecutivo fuerte ha transformado a la Argentina, a pesar de Alberdi, en la antítesis de una Republica Democrática.
En resumen, los argentinos todavía no tomaron conciencia de que el gobierno de los Kirchner los está eviscerando institucionalmente. El avance del poder ejecutivo ante la mirada indiferente de casi toda la sociedad es un hecho gravísimo; y está enmarcado en la toma del Instituto de Estadística y Censos (INDEC) para mentir en las cifras de inflación y estafar a los tenedores de bonos indexados; en el matonismo de funcionarios que manejan al país como hacienda propia; en el “apretado” a los jueces, en la compra efectiva de gobernadores y legisladores, en el apropiamiento de los fondos privados de pensión y ahora los del Banco Central.
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