Gracias a importantes revelaciones de ex viceministro y científico nuclear que se pasaron a Occidente
El Occidente abriga desde hace tiempo sospechas respecto del programa nuclear de Irán. El semanario alemán SPIEGEL en su version on-line ha obtenido nuevos documentos sobre ensayos llevados a cabo en secreto y estructuras de liderazgo que ponen en tela de juicio las alegaciones de Teherán de estar exclusivamente interesados en el uso pacífico de la tecnología.
Se trataba probablemente del último intento de calmar los ánimos en la disputa nuclear con Teherán sin recurrir a enérgicas sanciones nuevas o a la acción militar. El plan, ideado en la Casa Blanca en octubre, contaba con el apoyo de los chinos y los rusos, además del sello de aprobación del Presidente de Estados Unidos. Era claramente una operación de Barack Obama.
Según ese plan, Irán enviaría al exterior una gran parte de su uranio de bajo enriquecimiento, en una sola remesa, por un período de un año, para recibir a cambio cantidades de combustible nuclear pero bajo supervisión internacional. Era una transacción que beneficiaba a todas las partes. Los iraníes tendrían suficiente material para su pretendido programa nuclear solo de uso civil, así como para experimentos científicos, y el mundo podría cerciorarse de que no se le dejaría a Teherán suficiente material fisionable para su programa secreto de enriquecimiento de uranio en el nivel local, ni para lo que el Occidente supone es la fabricación de un arma nuclear.
Los líderes de Teherán aceptaron inicialmente la propuesta “en principio”. Pero durante semanas mantuvieron a la comunidad internacional a la espera de una “respuesta final”, que cuando finalmente se materializó, asumió la forma de una “contra-propuesta”. Según ésta, Teherán insistía en que el intercambio no podía llevarse a cabo en una sola remesa, sino sólo por etapas, y que el material no sería enviado al exterior. En lugar de ello, Teherán quería que la transacción tuviera lugar en Irán.
Una vez más, los líderes iraníes habían desairado a Occidente con falsas promesas de su voluntad de transigir. El jueves 31 de enero pasado, el gobierno de Teherán rechazó oficialmente el plan de intercambio nuclear. Para empeorar las cosas, tras el descubrimiento de una planta secreta de enriquecimiento de uranio cerca de Qom, el Presidente Mahmoud Ahmadinejad anunció desafiante que nunca daría el brazo a torcer, y que de hecho erigiría otras 10 plantas de enriquecimiento.
Material altamente volátil
Pero a los funcionarios en Washington y en las capitales europeas no les preocupan tanto estas declaraciones arrogantes e irrealistas como los informes de inteligencia que provienen de Irán mismo y de desertores de alto rango. La nueva información, a juicio de expertos estadounidenses, podría conducir muy próximamente al gobierno de EE.UU. a una reevaluación de los riesgos planteados por el país controlado por los mulás y a elevar el grado de alarma de amarillo a rojo.
Los escépticos que en el pasado, y a veces justificadamente, trataban a los informes alarmistas como propaganda israelí, también están sumamente preocupados. Entre ellos se encuentran los expertos del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) de las Naciones Unidas, cuyo objetivo es impedir la proliferación de armas nucleares.
Tras una amplia investigación interna, funcionarios del OIEA llegaron a la conclusión de que un computador portátil obtenido de Irán hace años contenía material altamente volátil. El computador llegó a Estados Unidos a través del Servicio FederaldeInteligenciadeAlemania,Bundesnachrichtendienst (BND), que lo transfirió a manos del OIEA en Viena.
Los informes de Ali Reza Asgari, ex viceministro de Irán que consiguió radicarse en Estados Unidos, donde asumió una nueva identidad, demostraron ser igualmente informativos. También se cree que el científico nuclear Shahram Amiri, que “desapareció” durante una peregrinación a la Meca en junio de 2009, posee información particularmente valiosa. Las autoridades iraníes acusaron a Arabia Saudita y a los Estados Unidos de haber secuestrado al científico, aunque lo más probable es que haya desertado.
El gobierno de Irán se encuentra bajo presión a raíz de las nuevas acusaciones, centradas en la cuestión de quién está exactamente a cargo del programa nuclear del país, y lo que esto revela acerca de su verdadera naturaleza.
El gobierno ha declarado siempre ante el OIEA que el único ente que se ocupa del enriquecimiento de uranio es el Consejo Nacional de Energía, y que su labor está exclusivamente dedicada a la aplicación de la tecnología con fines pacíficos.
Pero si las alegaciones planteadas en un expediente de inteligencia que actualmente está siendo examinado en círculos diplomáticos de Washington, Viena, Tel Aviv y Berlín, y del cual parte ha llegado a manos del semanario SPIEGEL, son ciertas, esas declaraciones serían en el mejor de los casos una verdad a medias.
Según este documento confidencial, existe una rama militar secreta del programa iraní de investigación nuclear que está subordinada al Ministerio de Defensa, y cuyas estructuras son clandestinas.
Los funcionarios que han leído el expediente han llegado a la conclusión de que Teherán se ha tomado muy en serio el desarrollo de una bomba, y que sus planes están bastante avanzados. Dos nombres se repiten constantemente en los documentos, particularmente en conexión con el programa de armamento secreto: Kamran Daneshjoo y Mohsen Fakhrizadeh.
El corazón secreto del programa iraní para la obtención de armas nucleares
Daneshjoo, de 52 años y nuevo ministro iraní de ciencias, investigación y tecnología, está también a cargo del organismo de energía nuclear del país, y se le considera como fiel aliado de Ahmadinejad. Líderes de la oposición afirman que pertenece a la “línea dura” y que fue en parte responsable por las fraudulentas elecciones presidenciales de junio pasado.
En la biografía de Daneshjoo hay sólo referencias marginales sobre sus posibles conocimientos en materia nuclear. Al describirse a sí mismo, este hombre de barba acerada escribe que estudió ingeniería en Manchester (Gran Bretaña) y luego trabajó durante varios años en el “Centro de Tecnología Aeronáutica” de Teherán.
Expertos occidentales creen que ese centro evolucionó para convertirse en un organismo subordinado al Ministerio de Defensa conocido como FEDAT, siglas que significan “Departamento de aplicaciones expandidas de alta tecnología”, y que ese organismo es el corazón secreto del programa iraní para la obtención de armas nucleares. Al frente de la entidad se encuentra Mohsen Fakhrizadeh, de 48 años, oficial de la Guardia Revolucionaria y profesor en la Universidad Imam Hossein de Teherán.
Los servicios de inteligencia occidentales creen que, si bien el organismo de energía nuclear y el FEDAT compiten en determinadas áreas, han acordado una división del trabajo sobre el tema central de investigación referente a armas nucleares, donde el organismo de energía nuclear supervisa primariamente el enriquecimiento de uranio y el FEDAT se dedica a la construcción de una ojiva nuclear que se montará sobre los misiles Shahab que posee Irán.
A juicio de los expertos, los científicos iraníes podrían producir ya este año una versión primitiva de la bomba, del tamaño de un camión, pero para reportarle a Irán el potencial de amenaza estratégica que tanto alarma a Israel y al Occidente, dicha bomba tendría que ser reducida a un tamaño adecuado para montarla en una ojiva nuclear, etapa que podría ser alcanzada entre 2012 y 2014.
Se supone que los iraníes llevaron a cabo hace más de seis años ensayos no-nucleares con un mecanismo detonante para una bomba nuclear. El reto tecnológico es provocar la ignición de los explosivos convencionales que rodean al núcleo de uranio, necesaria para producir la deseada reacción en cadena. Se cree que la serie de ensayos se efectuó con una ojiva embutida en aluminio. En otras palabras, todo era “real” a excepción del núcleo de uranio.
Según los informes, los ingenieros de Teherán utilizaron delgadas fibras y una placa de medición en lugar del material fisionable. Ello les permitió medir las ondas expansivas y fotografiar estallidos que simulan la detonación de una bomba nuclear con cierto grado de precisión. Los resultados fueron aparentemente tan alentadores que el gobierno iraní calificó desde entonces a esa tecnología como “factible”.
SPIEGEL obtuvo acceso a un organigrama del FEDAT y a una lista con los nombres de los científicos que trabajan para dicho organismo. El OIEA basado en Viena también posee esos documentos, pero el presidente iraní alega que se trata de una falsificación y que se utilizan para desacreditar a su país.
Tras informar hace dos años que los iraníes habían congelado su programa de desarrollo de armamento nuclear en 2003, la CIA y otros servicios de inteligencia habrán de pintar probablemente un cuadro más sensato y sobrio justamente cuando el Consejo de Seguridad de la ONU está considerando la aplicación de sanciones más severas contra Irán.
Se consideran sanciones
Cuando Francia asuma la presidencia rotativa del Consejo en febrero, Washington podría promover una confrontación decisiva. Mientras Moscú no descarta medidas punitivas adicionales, es probable que China, que ha negociado transacciones de energía por miles de millones con Irán, bloquee tales medidas. China podría, no obstante, aprobar sanciones “inteligentes”, tales como restricciones de viaje a miembros de alto rango de la Guardia Revolucionaria y a científicos nucleares. Fakhrizadeh ya se encuentra en una lista de funcionarios sujetos a tales restricciones, y es muy posible que se añada a Daneshjoo en el futuro. Pero, Occidente podría supuestamente encontrarse solo al imponer sanciones verdaderamente perjudiciales para Irán y para sus propias y rentables relaciones comerciales con Teherán.
El arma comercial más eficaz sería un embargo a los combustibles. Dada la insuficiencia de sus refinerías, Irán, que está en segundo lugar en el mundo en lo que a reservas de petróleo concierne, importa casi la mitad de la gasolina que consume. Las sanciones desencadenarían un importante aumento en el precio de la gasolina, con la consecuencia inevitable de efervescencia social. Las opiniones de los expertos están divididas entre los que creen que estaría dirigida contra el régimen impopular y los que temen que los líderes del país podrían volver a inflamar al pueblo iraní contra el “Occidente malvado”.
Esto deja la opción militar. Aparte de las consecuencias políticas y la posibilidad de contraataques, el bombardeo de las instalaciones nucleares de Irán podría ser extremadamente difícil. Los expertos nucleares están literalmente “enterrados”, al igual que las instalaciones, en sitios que sería virtualmente imposible atacar con armas convencionales. Cuando incluso los expertos israelíes se muestran escépticos respecto del daño que podría infligir al programa nuclear un bombardeo de las instalaciones, el normalmente juicioso y sensato general estadounidense David Petraeus usó un tono beligerante cuando le preguntaron si se podía lanzar un ataque militar contra las instalaciones nucleares iraníes. “Bueno, seguro que se las puede bombardear”, dijo hace sólo dos semanas en Washington.
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