PARADA MILITAR BICENTENARIO EJERCITO DE CHILE 2010

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BICENTENNIAL MILITARY ARMY OF CHILE 2010

REPORTAJES ESPECIALES E INFORMACIÓN ADICIONAL

lunes, 8 de febrero de 2010

COSTAS PERUANAS INDEFENSAS ANTE EL NARCOTRAFICO

No solo las vías fluviales y lacustres, donde últimamente se han producido innumerables robos a pequeñas naves con turístas, carecen de seguridad policial y militar. La Dirección General de Capitanías y Guardacostas (Dicapi), entidad dependiente de la Marina de Guerra del Perú, carece de patrulleras, aviones y demás pertrechos para garantizar el resguardo del mar peruano.
En la eventualidad de un naufragio u otra desgracia marítima es poco lo que el Servicio de Guardacostas podría hacer. ¡Qué decir de la vigilancia que esta entidad —que es la policía fluvial, lacustre y marítima— debería estar realizando frente a delitos flagrantes, como el narcotráfico!. Considerando que el Perú ha llegado ha ser el productor numero uno de cocaína en el mundo, desplazando a Colombia y México.
Tal vez, hace siete años, cuando la caja fiscal peruana no gozaba de los recursos económicos que hoy sí tiene, se tuvo que reducir el presupuesto de la Dicapi. Pero actualmente, cuando el erario ha incrementado sus reservas de manera considerable, resulta injustificable y hasta sospechoso que el Gobierno peruano no haya desembolsado los fondos que necesita para patrullar el litoral como es debido, justo cuando el poder corruptor del tráfico ilícito de drogas ha afinado su accionar.
El especialista Rubén Vargas ofrece datos importantes respecto a lo que está en juego: desde fines de los 90, en lo que denomina el segundo “boom” de la cocaína en manos de los cárteles mexicanos, las rutas de transporte hacia los mercados internacionales son los puertos y no las avionetas, que en la década anterior transportaron la pasta básica cuando el negocio lo dominaban los colombianos.
La prensa local peruana ha reportado abundantemente, asimismo, cómo la droga infiltró desde hace buen tiempo a las autoridades de ese país, de regiones como Piura, cuyo puerto principal —Paita— es uno de los más utilizados para embarcar cantidades industriales de cocaína que proviene del VRAE y se canalizan por la sierra de La Libertad. Los otros son Salaverry, Chimbote, Callao, Matarani e Ilo. La cocaína suele embarcarse, además, en embarcaciones de pequeño calado que aparentemente salen a pescar, pero en cuyas bodegas viajan en realidad cargas ilegales que se transbordan en alta mar. Sale oculta entre el pescado y harina de pescado; solo en el 2006 se logró detectar embarques con casi 10 toneladas de cocaína.
Por ello, es vital, denucia la prensa local,  que la Dicapi tenga apoyo del Estado para que pueda controlar efectiva y eficientemente los puertos y caletas de todo el país, a menos que haya alguien interesado en mantener las corruptelas. Como señalan los expertos, bastaría con investigar quién se encuentra detrás de algunos embarques que salen por los principales puertos para dar con los “capos” de la cocaína en el Perú.
La inacción actual es insostenible sobre todo cuando los guardacostas colombianos emprenden exitosas acciones conjuntas con sus homólogos estadounidenses que permiten dar duros golpes al narcotráfico. En cambio en el Perú, la Dicapi tiene solo dos aviones Fokker F-27 en tierra por falta de mantenimiento, así también, la  casi la mitad de sus lanchas patrulleras marítimas, costeras y fluviales. Tampoco hay dinero para combustible, por lo que el patrullaje se ha reducido de noventa horas semanales a solo cuatro. Paita, por donde se estima sale un importante cargamento de droga, posee apenas dos pequeñas naves por lo que el patrullaje no se realiza en forma permanente.
En resumen, un calamitoso estado de la guardia costera que se contradice con la política de lucha frontal contra el flagelo del narcotráfico que el Gobierno peruano dice liderar.

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