El gasto militar en América del Sur aumentó en 2008 y llegó a unos US$50.000 millones de dólares por compras realizadas en su mayoría por Brasil y Colombia, aunque distintos estudios aseguran que la región está lejos de llevar adelante una carrera armamentista clásica.
El monto destinado a defensa por los países sudamericanos alcanzó su récord el año pasado, con un incremento de 25% respecto a la cifra de 2007, de casi US$40.000 millones dólares, según un reporte del Centro de Estudios para la Nueva Mayoría de Argentina, recogidos por El Observador. Sin embargo, el gasto representa el 1,74% de su PIB, constituyéndose en la región mundial con menor porcentaje.
Brasil tuvo el 55% del monto total, equivalente a US$27.540 millones de dólares, seguido por Colombia, con US$6.746 millones y Chile, con US$5.395 millones. El gasto de Brasil corre en proporción a su tamaño y población, mientras que el de Colombia está enfocado en su lucha contra la guerrilla y el narcotráfico.
Chile, en cambio, financió sus compras con solo el 10% de los recursos obtenidos por las exportaciones de cobre, por la llamada ley de reserva del cobre, aprobada en 1958 y reformulada durante el gobierno militar de Augusto Pinochet a partir de 1973.
Ese medio de financiamiento le ha permitido a las Fuerzas Armadas chilenas iniciar un ambicioso plan de renovación que concluye probablemente en 2010, cuando Chile quedaría convertido en el primer país de la región en poseer fuerzas equiparables al exigente standar de la OTAN, según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (Sipri).
Venezuela, por su parte, es el cuarto país sudamericano en gasto militar y el segundo en inversión, con unos US$5.000 millones de dólares en compras el último año, que consistieron en aviones caza Sukhoi de origen ruso, helicópteros, sistemas de defensa aérea y fusiles de asalto. Lo que ha suscitado preocupación en los países vecinos por el tono de las relaciones de Venezuela y los demás países no integrantes de su eje el ALBA, y sus tratados de defensa y cooperación militar suscritos recientemente entre Venezuela e Irán, Rusia y Bielorusia.
El monto destinado a defensa por los países sudamericanos alcanzó su récord el año pasado, con un incremento de 25% respecto a la cifra de 2007, de casi US$40.000 millones dólares, según un reporte del Centro de Estudios para la Nueva Mayoría de Argentina, recogidos por El Observador. Sin embargo, el gasto representa el 1,74% de su PIB, constituyéndose en la región mundial con menor porcentaje.
Brasil tuvo el 55% del monto total, equivalente a US$27.540 millones de dólares, seguido por Colombia, con US$6.746 millones y Chile, con US$5.395 millones. El gasto de Brasil corre en proporción a su tamaño y población, mientras que el de Colombia está enfocado en su lucha contra la guerrilla y el narcotráfico.
Chile, en cambio, financió sus compras con solo el 10% de los recursos obtenidos por las exportaciones de cobre, por la llamada ley de reserva del cobre, aprobada en 1958 y reformulada durante el gobierno militar de Augusto Pinochet a partir de 1973.
Ese medio de financiamiento le ha permitido a las Fuerzas Armadas chilenas iniciar un ambicioso plan de renovación que concluye probablemente en 2010, cuando Chile quedaría convertido en el primer país de la región en poseer fuerzas equiparables al exigente standar de la OTAN, según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (Sipri).
Venezuela, por su parte, es el cuarto país sudamericano en gasto militar y el segundo en inversión, con unos US$5.000 millones de dólares en compras el último año, que consistieron en aviones caza Sukhoi de origen ruso, helicópteros, sistemas de defensa aérea y fusiles de asalto. Lo que ha suscitado preocupación en los países vecinos por el tono de las relaciones de Venezuela y los demás países no integrantes de su eje el ALBA, y sus tratados de defensa y cooperación militar suscritos recientemente entre Venezuela e Irán, Rusia y Bielorusia.
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