LUCIO MARIN ALIAS IVÁN MARQUEZ (A LA IZQUIERDA) EN LA CITA CON HUGO CHAVEZ, EN LA QUE PACTARON SU ESTRATEGIA USANDO TRAFICANTES DE ARMAS PANAMEÑOS, BIELORUSOS Y EL FINANCIAMIENTO PARA LAS FARC.
Las autoridades colombianas analizan un vídeo difundido hoy, en el que aparecen "Alfonso Cano", máximo líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), al igual que otros comandantes, aparentemente reunidos en una zona montañosa entre los departamentos del Tolima y Valle del Cauca, en la cordillera Central andina, en el suroeste del país.
El material analizado estaba en un campamento del frente "Víctor Saavedra", tiene una duración de 20 minutos, y podría haber sido grabado hace menos de un año.
Las autoridades centran su atención en las imágenes de Guillermo León Sáenz, verdadero nombre de alias "Alfonso Cano", quien reemplazó a Manuel Marulanda Vélez, alias "Tirofijo", muerto de un ataque al corazón en marzo de 2008.
Los expertos buscan posibles cambios en la fisonomía de Cano, sobre todo las ocurridas en los últimos 10 años y que ahora serían más evidentes.
En el material fílmico también aparece alias "Pablo Catatumbo", cuyo verdadero nombre es Jorge Torres, de quien se dice estaría en Venezuela, en compañía de "Iván Márquez" (Luciano Marín Arango), "Rodrigo Granda" (Ricardo González) y "Timochenko" (Rodrigo Londoño Echeverri).
Otro de los dirigentes de las Farc que aparece en la cinta es alias "Pastor Alape", cuyo verdadero nombre es Félix Antonio Muñoz Lascarro, quien tras la muerte de "Tirofijo" ingresó como suplente al mando central de los rebeldes.
El 8 de noviembre de 2007, Hugo Chávez recibía en Caracas a Luciano Marín, alias Iván Márquez, dirigente de las FARC, bajo el supuesto motivo de impulsar el acuerdo humanitario con Colombia para canjear a 44 secuestrados por 500 guerrilleros presos. Eso fue la parte pública. Pero hubo otra reunión secreta.
En ella, el presidente venezolano “aprobó sin pestañear la solicitud” de 300 millones de dólares, unos 194 millones de euros, hecha por la guerrilla marxista. Además, se diseñó un plan para recibir en la región venezolana del Orinoco el armamento enviado a las FARC por dos traficantes australianos y se puso en marcha un mecanismo de coordinación entre la guerrilla y el Ejército venezolano, al más alto nivel.
Así lo cuenta el propio Iván a sus compañeros del Secretariado de las FARC en un correo datado el 12 de noviembre de 2007. El mensaje está en uno de los notebooks incautados a Raúl Reyes, número dos de la guerrilla muerto el 1 de marzo del 2008 en el ataque colombiano contra su campamento en Ecuador. Bogotá pidio a Interpol que certificara la veracidad de los e-mails, cuyas concluciones no dejaron dudas sobre su autenticidad.
Aquella reunión en el Palacio de Miraflores oficializó una relación que se había desarrollado desde el año 2000 con intermediarios y se había concretado en el suministro puntual de armamento a cambio del entrenamiento prestado por las FARC a miembros del Partido Comunista y otros grupos afines al chavismo en sus campamentos en suelo venezolano.
Dos hombres muy cercanos a Chávez encabezaban hasta esa fecha los contactos: el general Hugo Carvajal, jefe de la Inteligencia Militar, y el capitán de navío Ramón Rodríguez Chacín. Los interlocutores de la guerrilla en Venezuela eran Iván Márquez y Rodrigo Granda, alias Ricardo.
Así, en un correo del 4 de enero de 2007, Iván explica que el general Carvajal y el general Alcalá les van a hacer llegar “la próxima semana bazucas (lanzagranadas) de gran potencia, de los cuales 10 serán para Timo (Timochenko, otro comandante guerrillero en la zona fronteriza) y 10 para acá”. El general Alcalá, además, iba a hacerse cargo del puerto de Maracaibo, “una gran ventaja” para el “desembarque de carga”. Todo apunta a que se trata de Cliver Alcalá, destacado en el Estado del Zulia, cuya capital es Maracaibo.
El envío se materializa días más tarde: “Los aparatos que hemos recibido con Timo son cohetes antitanque de 85 mm., 2 tubos y 21 cargas. El amigo dice que tienen más de 1.000 cargas, y que próximamente nos harán llegar otras más”, escribe Iván el 20 de enero. El general Carvajal se ha comprometido “a traer un ofertante de armas de Panamá”, mientras que el general Alcalá les hace saber que “los jefes de las Brigadas fronterizas tienen toda la disposición” para colaborar con ellos.
Asediadas por la aviación colombiana, las FARC buscan misiles antiaéreos. En marzo de 2007, Timochenko escribe que sus amigos de la inteligencia venezolana les ofrecen “piezas para construirlos y garantizan el viaje para enviar a uno propio al Medio Oriente a realizar un curso en el manejo de cohetes”.
Los correos intercambiados entre los miembros del Secretariado de las FARC constituyen una preciosa bitácora de las relaciones con Venezuela, no exentas de roces. Sin embargo, la decisión de Álvaro Uribe de permitir la mediación de Hugo Chávez en la negociación de un acuerdo humanitario con la guerrilla, en agosto de 2007, tuvo un efecto que el presidente colombiano no había calculado: el fortalecimiento de la alianza con la guerrilla. “Las FARC siempre habían buscado un encuentro directo con Chávez”, dice un analista de la inteligencia colombiana. “Hasta la reunión en Miraflores, que puso en marcha una estrategia conjunta”.
Chávez considera su papel de mediador como “un asunto de proyección geopolítica de trascendencia”, en palabras de su ministro del Interior. En juego su papel como líder continental. La guerrilla lo sabe y se aprovecha: usa el canje como un paraguas para lograr de Chávez no sólo proyección internacional y su exclusión de la lista de organizaciones terroristas de la UE, sino fondos y armas para el “Plan Estratégico”, que no es otra cosa que la hoja de ruta para la toma del poder.
“Las FARC utilizan a Chávez”, dicen fuentes colombianas. En febrero de 2008, en el curso de una reunión secreta en Barinas, Chávez (que aparece ya en los correos con el seudónimo de Ángel) asegura que tiene listos los primeros 50 millones de dólares. “Nos ofreció la posibilidad de un negocio en el que nosotros recibimos una cuota de petróleo para comercializar en el exterior, lo cual nos dejaría una jugosa utilidad”, escriben Iván y Ricardo. El gerente de PDVSA (la petrolera estatal venezolana) está presente. Chávez se muestra exultante. Les organiza una cita con autoridades de Bielorrusia para conseguir armamento en el mercado negro. Y ofrece pagar con fondos de PDVSA los abogados de Simón Trinidad, comandante de las FARC juzgado en EE UU por secuestro y narcotráfico. Veinte días más tarde, el Ejército colombiano ataco el campamento de Raúl Reyes.
El material analizado estaba en un campamento del frente "Víctor Saavedra", tiene una duración de 20 minutos, y podría haber sido grabado hace menos de un año.
Las autoridades centran su atención en las imágenes de Guillermo León Sáenz, verdadero nombre de alias "Alfonso Cano", quien reemplazó a Manuel Marulanda Vélez, alias "Tirofijo", muerto de un ataque al corazón en marzo de 2008.
Los expertos buscan posibles cambios en la fisonomía de Cano, sobre todo las ocurridas en los últimos 10 años y que ahora serían más evidentes.
En el material fílmico también aparece alias "Pablo Catatumbo", cuyo verdadero nombre es Jorge Torres, de quien se dice estaría en Venezuela, en compañía de "Iván Márquez" (Luciano Marín Arango), "Rodrigo Granda" (Ricardo González) y "Timochenko" (Rodrigo Londoño Echeverri).
Otro de los dirigentes de las Farc que aparece en la cinta es alias "Pastor Alape", cuyo verdadero nombre es Félix Antonio Muñoz Lascarro, quien tras la muerte de "Tirofijo" ingresó como suplente al mando central de los rebeldes.
El 8 de noviembre de 2007, Hugo Chávez recibía en Caracas a Luciano Marín, alias Iván Márquez, dirigente de las FARC, bajo el supuesto motivo de impulsar el acuerdo humanitario con Colombia para canjear a 44 secuestrados por 500 guerrilleros presos. Eso fue la parte pública. Pero hubo otra reunión secreta.
En ella, el presidente venezolano “aprobó sin pestañear la solicitud” de 300 millones de dólares, unos 194 millones de euros, hecha por la guerrilla marxista. Además, se diseñó un plan para recibir en la región venezolana del Orinoco el armamento enviado a las FARC por dos traficantes australianos y se puso en marcha un mecanismo de coordinación entre la guerrilla y el Ejército venezolano, al más alto nivel.
Así lo cuenta el propio Iván a sus compañeros del Secretariado de las FARC en un correo datado el 12 de noviembre de 2007. El mensaje está en uno de los notebooks incautados a Raúl Reyes, número dos de la guerrilla muerto el 1 de marzo del 2008 en el ataque colombiano contra su campamento en Ecuador. Bogotá pidio a Interpol que certificara la veracidad de los e-mails, cuyas concluciones no dejaron dudas sobre su autenticidad.
Aquella reunión en el Palacio de Miraflores oficializó una relación que se había desarrollado desde el año 2000 con intermediarios y se había concretado en el suministro puntual de armamento a cambio del entrenamiento prestado por las FARC a miembros del Partido Comunista y otros grupos afines al chavismo en sus campamentos en suelo venezolano.
Dos hombres muy cercanos a Chávez encabezaban hasta esa fecha los contactos: el general Hugo Carvajal, jefe de la Inteligencia Militar, y el capitán de navío Ramón Rodríguez Chacín. Los interlocutores de la guerrilla en Venezuela eran Iván Márquez y Rodrigo Granda, alias Ricardo.
Así, en un correo del 4 de enero de 2007, Iván explica que el general Carvajal y el general Alcalá les van a hacer llegar “la próxima semana bazucas (lanzagranadas) de gran potencia, de los cuales 10 serán para Timo (Timochenko, otro comandante guerrillero en la zona fronteriza) y 10 para acá”. El general Alcalá, además, iba a hacerse cargo del puerto de Maracaibo, “una gran ventaja” para el “desembarque de carga”. Todo apunta a que se trata de Cliver Alcalá, destacado en el Estado del Zulia, cuya capital es Maracaibo.
El envío se materializa días más tarde: “Los aparatos que hemos recibido con Timo son cohetes antitanque de 85 mm., 2 tubos y 21 cargas. El amigo dice que tienen más de 1.000 cargas, y que próximamente nos harán llegar otras más”, escribe Iván el 20 de enero. El general Carvajal se ha comprometido “a traer un ofertante de armas de Panamá”, mientras que el general Alcalá les hace saber que “los jefes de las Brigadas fronterizas tienen toda la disposición” para colaborar con ellos.
Asediadas por la aviación colombiana, las FARC buscan misiles antiaéreos. En marzo de 2007, Timochenko escribe que sus amigos de la inteligencia venezolana les ofrecen “piezas para construirlos y garantizan el viaje para enviar a uno propio al Medio Oriente a realizar un curso en el manejo de cohetes”.
Los correos intercambiados entre los miembros del Secretariado de las FARC constituyen una preciosa bitácora de las relaciones con Venezuela, no exentas de roces. Sin embargo, la decisión de Álvaro Uribe de permitir la mediación de Hugo Chávez en la negociación de un acuerdo humanitario con la guerrilla, en agosto de 2007, tuvo un efecto que el presidente colombiano no había calculado: el fortalecimiento de la alianza con la guerrilla. “Las FARC siempre habían buscado un encuentro directo con Chávez”, dice un analista de la inteligencia colombiana. “Hasta la reunión en Miraflores, que puso en marcha una estrategia conjunta”.
Chávez considera su papel de mediador como “un asunto de proyección geopolítica de trascendencia”, en palabras de su ministro del Interior. En juego su papel como líder continental. La guerrilla lo sabe y se aprovecha: usa el canje como un paraguas para lograr de Chávez no sólo proyección internacional y su exclusión de la lista de organizaciones terroristas de la UE, sino fondos y armas para el “Plan Estratégico”, que no es otra cosa que la hoja de ruta para la toma del poder.
“Las FARC utilizan a Chávez”, dicen fuentes colombianas. En febrero de 2008, en el curso de una reunión secreta en Barinas, Chávez (que aparece ya en los correos con el seudónimo de Ángel) asegura que tiene listos los primeros 50 millones de dólares. “Nos ofreció la posibilidad de un negocio en el que nosotros recibimos una cuota de petróleo para comercializar en el exterior, lo cual nos dejaría una jugosa utilidad”, escriben Iván y Ricardo. El gerente de PDVSA (la petrolera estatal venezolana) está presente. Chávez se muestra exultante. Les organiza una cita con autoridades de Bielorrusia para conseguir armamento en el mercado negro. Y ofrece pagar con fondos de PDVSA los abogados de Simón Trinidad, comandante de las FARC juzgado en EE UU por secuestro y narcotráfico. Veinte días más tarde, el Ejército colombiano ataco el campamento de Raúl Reyes.
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