Más de 50 cadáveres, víctimas de la violencia que sufre Venezuela, pasan cada fin de semana por el colapsado tanatorio caraqueño de Bello Monte.
*Humberto Montero
Doña Cecilia Arévalo sabe por experiencia que la vida en Caracas vale muy poco. Lo que un reloj llamativo o unos zapatos lustrosos. Vive en el barrio de San Blas de Petare, uno de los cerros que aprisionan la capital venezolana donde «si dices algo te matan». «A mí me mataron a mi sobrino». Adel Miranda, su sobrino de 18 años, era latonero y trabajaba con su padre. Un buen día le dieron dos puñaladas que lo dejaron malherido. No lo denunció ni chivó un solo dato a la Policía. Una semana después le descerrajaban cuatro tiros. Su destino: la morgue de Bello Monte, el espejo que refleja la cruda realidad de Venezuela en pleno centro de Caracas. Una realidad que el régimen bolivariano pretende ocultar decretando la censura de imágenes violentas en los diarios durante 30 días, el periodo electoral que antecede a las legislativas del 26 de septiembre.
La colapsada morgue de Caracas se mantiene a duras penas en pie desde los años 70. Desvencijada y sin medios, por sus salas pasan a diario unos 20 cadáveres, víctimas anónimas de la violencia que asola el país en medio del silencio oficial. Los fines de semana la cifra se dispara a 50 muertos entre el viernes noche y el domingo, y se supera los días de paga (en Venezuela se cobra por quincenas). «Era la morgue que necesitaba Caracas en aquella época. Un tanatorio pequeño. Pero con la explosión de la criminalidad, Bello Monte se ha convertido en un espectáculo dantesco durante los fines de semana. Se acumulan los cadáveres por culpa del abandono del Gobierno a la política de seguridad», asegura a LA RAZÓN Elisio Guzmán, ex director de la Policía Científica y actual director de la Policía del Estado de Miranda. Con 40 años de servicio en la Científica, Guzmán conoce bien el deterioro en el que ha ido cayendo Bello Monte. «Hay menos profesionales que cuando se abrió, incluso menos que hace 10 años y los patólogos que aún quedan tienen un sueldo miserable», explica. A pesar de que la criminalidad ha crecido un 134% en los dos últimos lustros de gestión bolivariana [según cifras aproximadas, ya que el régimen de Chávez no cuenta los homicidios desde 2008], «no hay suficientes cámaras frigoríficas y los muertos se almacenan en cualquier esquina. No hay cómo conservar los cadáveres», añade. El denominado «Proyecto España», por el que nuestro país envió equipos destinados a las morgues venezolanas en 2000, no sirvió para mejorar la caótica situación. «Se adquirieron equipos, pero en algunos sitios aún están almacenados porque no se construyeron las morgues aprobadas o no se ampliaron las existentes», denuncia a este diario Rona Risquez, jefe de la sección de sucesos del diario opositor «El Nacional». Los equipos «Proyecto España» están abandonados.
Fin de semana del 12 al 15 de marzo: 59 asesinados; fin de semana del 2 al 4 de julio: 65 homicidios; fin de semana del 30 de julio al 1 de agosto: 54 muertes violentas… El rosario de cadáveres es constante como las turbias aguas del Guaire, que parte en dos Caracas. El conteo lo realizan los periodistas de sucesos que, como Rona, se apostan los viernes a las puertas de Bello Monte. Nada es oficial y menos ahora. Se ha impuesto la ley del silencio.
Antonieta de Dominicis ha pasado media vida entre muertos. Ex jefa del tanatorio central de Caracas hasta 2004, conoce Bello Monte mejor que su propia casa. «Mis compañeros están supersaturados. Cuando dejé Bello Monte éramos 13 patólogos y ahora quedan cinco. Hay seis mesas en la sala de autopsias, 60 nichos frigoríficos y una sala refrigerada donde hay que amontonar en camillas o donde se pueda el resto de los cuerpos. La morgue es el reflejo de Venezuela, de una ola de violencia que no se puede ocultar», remarca. Las condiciones son pésimas por el abandonogubernamental y muchos facultativos han preferido emigrar a España o Italia. «Hay un patólogo el sábado y otro el domingo. Eso da para 12 autopsias por día y hay días en que se acumulan más de 60 cadáveres y las familias quieren enterrar a su muerto el mismo día que lo traen. Nadie quiere trabajar en esas circunstancias y con un sistema que favorece a los médicos cubanos peor preparados».
Hoy, cuando caiga la noche, volverán a bajar los muertos de los cerros y la sala de espera de Bello Monte quedará atestada de nuevo. Una televisión de plasma con alguna cadena oficialista sintonizada detallará los logros del Gobierno para detener la violencia.
Caracas, más peligrosa que Bagdad
- La capital venezolana es la segunda ciudad más peligrosa del planeta. Por delante de Bagdad y sólo superada por Ciudad Juárez. Pero en su conjunto, Venezuela supera a México en tasa de criminalidad. Según datos del propio Gobierno filtrados al diario «El Nacional», que no ha podido publicarlos por la censura impuesta, desde 2009 a mayo de 2010, el país caribeño acumula una media de más de 70 homicidios por 100.000 habitantes por los 10,8 que padece México. «La Venezuela joven está muriendo en las calles. La censura del régimen refleja que, después de 10 años, por fin están preocupados por el coste electoral de la violencia. Lo lamentable es la cantidad de muertos que han necesitado», declara Elisio Guzmán, ex director de la Policía Científica.
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