“Cuanto mayor sea el número de leyes y decretos, más ladrones y bandidos habrá.” Lao Tsu (s. VI A.C.), filósofo taoista chino. “Cuando los políticos se acostumbran a asignar recursos, los recursos siempre acaban siendo asignados a los políticos.” P. J. O´Rourke.
La bandera ondea a media asta en Argentina
El último informe de The Heritage Foundation muestra que la Argentina se encuentra en el puesto número 135 sobre 180 en el ranking de libertad económica. Este ranking se calcula con un promedio de diez índices, que miden la libertad económica de los países en distintos aspectos. En el caso de nuestro país, las peores mediciones se dan en el índice sobre los derechos de propiedad, donde obtiene 20 puntos sobre 100, y en la libertad de la corrupción, donde alcanza un 29 sobre 100.
Uno de los problemas con esto es que incentiva la corrupción. Existe una correlación entre la percepción de la corrupción y la falta de libertad económica. Al tener más regulaciones y burocracia, más discrecionalidad por parte de funcionarios públicos y trabas al comercio, aparecen más oportunidades para sobornos y negocios corruptos.
Es interesante observar el ejemplo de Suecia. Por un lado, un país que brinda muchos servicios públicos, con excelente salud, seguridad y educación, pero que, al mismo tiempo, está ubicado en el número 21 en el ranking de la libertad económica; porque el Estado no tiene tantas regulaciones, trabas, discreción y protege los derechos de propiedad y las inversiones. Además está en el puesto número 3 en el ranking de la percepción de corrupción.
La falta de reglas de juego claras, del Estado de Derecho y la desmedida intromisión del Estado son trabas para el progreso de la Argentina. Las excesivas leyes y regulaciones y la discreción con que se establecen, son impedimentos para el desarrollo económico. Pero, además, incentivan la corrupción.
Cuando hay más leyes que favorecen a unos y castigan a otros o cuando el principal proveedor o comprador es el Estado, se provoca que los productores, en lugar de buscar una mayor eficiencia o productividad, opten por priorizar la búsqueda de mejores contactos con el poder o más lobby. De esta manera, pasamos de una “meritocracia” a una “contactocracia”. Transformamos la libertad económica en un capitalismo de amigos.
El problema con la Argentina no es solamente que tenemos políticos corruptos, sino que tenemos un sistema que corrompe o que atrae a los corruptos. Para reducir la burocracia, la corrupción y entrar en la senda del progreso, debemos volver a los principios de la Constitución Nacional de 1853/60, basados sobre la libertad económica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario