*Cristian Leyton Salas
¿Cis vis pacem, para bellum? Frase atribuida a Flavius Vegetius Renatus, escritor de temas militares del siglo IV y plasmada en su obra “Epitoma rei militaris”, el autor avanza una hipótesis que parece simplista pero que nos sitúa frente a una serie de dilemas: “todo aquel que ame la paz, debería preparar la guerra”.
La frase Cis vis pacem, para bellum aparece hoy como el sinónimo perfecto de lo que la mayor parte sino casi la totalidad de fuerzas armadas del mundo hacen, disuadir. Un segmento de entidades estatales lo hacen también para persuadir, y un número extremadamente limitado para coaccionar, es decir acumular capacidades militares para imponerse manu militari sobre otros Estados o grupos subnacionales. Las conquistas territoriales, las invasiones y las guerras regionales o mundiales, las guerras de agresión, se diga lo que se diga, ya no forman parte del escenario mundial. Por el momento...
Según los datos suministrados por SIPRI en julio, el gasto (o ¿inversión?) en defensa habría conocido un aumento en la región sudamericana de un 50%, alcanzando un total de US$34.100 millones de dólares. De este total, US$27.540 millones de dólares corresponderían a Brasil. En términos comparativos, los EE.UU. registraron gastos en defensa por US$607.000 millones, mientras que China, en segundo lugar, US$84 mil millones de dólares. Comparativamente, estamos lejos, muy lejos de ser una región con altos grados de armamentismo.
Resulta interesante, además, constatar que la mayor parte del gasto absoluto está centrado en dos países, Venezuela y Colombia. Chile aparece primero si se mide según el gasto per capita con US$209, Colombia le sigue con US$115, Ecuador con US$89 y Brasil cuarto con US$80. Desde el punto de vista del gasto militar medido en función del PIB, Ecuador está primero con un 3, 34%.
Ya en enero de este mismo año, Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) de Londres señaló que el gasto en defensa de Latinoamérica y de El Caribe había crecido un 91% entre 2003 y 2008. Según su informe Balance Militar 2009, los gastos militares de la región se cifraron el pasado año en US$47.200 millones de dólares, frente a los US$24.700 millones de dólares del 2003. Un incremento importante, pero no inquietante. Colombia armandose para lidiar con la guerrilla, Ecuador incrementando el gasto en la capacidad humana de su estamento militar, Brasil preparandose para asumir un liderazgo regional benigno.
Hay un hecho que es real, más allá de las cifras, la región está inserta en un proceso generalizado de incremento del gasto militar. Venezuela, Ecuador, Colombia, Brasil y Chile lideran la lista. Las pregunta que subsiste es el por qué. A qué necesidades o condiciones responden estos procesos. El Estado chileno no potencia sus FF.AA. y estamentos de defensa para la coacción, a menos que le sea impuesta, ni tampoco posee un afán de persuasión, conducta que alguna vez Chile dominó, pero que luego de la Guerra del Pacífico dejó de lado. Chile invierte en defensa para disuadir.
La frase Cis vis pacem, para bellum aparece hoy como el sinónimo perfecto de lo que la mayor parte sino casi la totalidad de fuerzas armadas del mundo hacen, disuadir. Un segmento de entidades estatales lo hacen también para persuadir, y un número extremadamente limitado para coaccionar, es decir acumular capacidades militares para imponerse manu militari sobre otros Estados o grupos subnacionales. Las conquistas territoriales, las invasiones y las guerras regionales o mundiales, las guerras de agresión, se diga lo que se diga, ya no forman parte del escenario mundial. Por el momento...
Según los datos suministrados por SIPRI en julio, el gasto (o ¿inversión?) en defensa habría conocido un aumento en la región sudamericana de un 50%, alcanzando un total de US$34.100 millones de dólares. De este total, US$27.540 millones de dólares corresponderían a Brasil. En términos comparativos, los EE.UU. registraron gastos en defensa por US$607.000 millones, mientras que China, en segundo lugar, US$84 mil millones de dólares. Comparativamente, estamos lejos, muy lejos de ser una región con altos grados de armamentismo.
Resulta interesante, además, constatar que la mayor parte del gasto absoluto está centrado en dos países, Venezuela y Colombia. Chile aparece primero si se mide según el gasto per capita con US$209, Colombia le sigue con US$115, Ecuador con US$89 y Brasil cuarto con US$80. Desde el punto de vista del gasto militar medido en función del PIB, Ecuador está primero con un 3, 34%.
Ya en enero de este mismo año, Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) de Londres señaló que el gasto en defensa de Latinoamérica y de El Caribe había crecido un 91% entre 2003 y 2008. Según su informe Balance Militar 2009, los gastos militares de la región se cifraron el pasado año en US$47.200 millones de dólares, frente a los US$24.700 millones de dólares del 2003. Un incremento importante, pero no inquietante. Colombia armandose para lidiar con la guerrilla, Ecuador incrementando el gasto en la capacidad humana de su estamento militar, Brasil preparandose para asumir un liderazgo regional benigno.
Hay un hecho que es real, más allá de las cifras, la región está inserta en un proceso generalizado de incremento del gasto militar. Venezuela, Ecuador, Colombia, Brasil y Chile lideran la lista. Las pregunta que subsiste es el por qué. A qué necesidades o condiciones responden estos procesos. El Estado chileno no potencia sus FF.AA. y estamentos de defensa para la coacción, a menos que le sea impuesta, ni tampoco posee un afán de persuasión, conducta que alguna vez Chile dominó, pero que luego de la Guerra del Pacífico dejó de lado. Chile invierte en defensa para disuadir.
La adquisición de sistemas de armas de naturaleza “ofensivas” ha perdido su razón de ser político estratégica en el escenario internacional y regional, específicamente en Estados que no han adoptado ni han demostrado buscar proyectar un potencial ideológico fuera de sus fronteras nacionales. Tampoco, este tipo de sistemas de armas ofensivas deben constituir fuente de aprensión cuando el Estado que invierte ha dejado en claro que no posee pretensiones territoriales. De la misma forma, la adquisición de este tipo de sistemas no debe generar amenazas cuando el Estado que las adquiere posee una tradición de respeto del ordenamiento jurídico internacional.
La inversión en defensa de sistemas de armas de naturaleza ofensivas, o si queremos ser aún más claros “multiroles”, para que constituya fuente de riesgos futuros debe estar asociada a la búsqueda de potencia a nivel regional, a la búsqueda por proyectar poder político o militar fuera de las fronteras nacionales, o en su defecto, al surgimiento de fuerzas políticas internas de naturaleza revanchistas que se den como objetivo “recuperar” espacios territoriales pretendidos por la vía de la fuerza.
La inversión en defensa de sistemas de armas de naturaleza ofensivas, o si queremos ser aún más claros “multiroles”, para que constituya fuente de riesgos futuros debe estar asociada a la búsqueda de potencia a nivel regional, a la búsqueda por proyectar poder político o militar fuera de las fronteras nacionales, o en su defecto, al surgimiento de fuerzas políticas internas de naturaleza revanchistas que se den como objetivo “recuperar” espacios territoriales pretendidos por la vía de la fuerza.
¿Carrera armamentista en la región sudamericana?
Depende de cuales Estados y regímenes están adquiriendo sistemas de armas, que tipo de sistemas y cuantas unidades. Pero, la principal pregunta es ¿para qué? El proceso está en marcha, es imparable y deberemos lidiar con el en el transcurso de las décadas a venir.
Hemos sido testigos de las opiniones del Canciller peruano García Belaunde en contra de los programas de modernizaciones bélicos chilenos. Resulta, en este sentido curioso constatar que Torre Tagle solo hace referencia a Chile, pero en ningún caso a Colombia o Brasil con quienes también posee fronteras, menos aún contra Ecuador. Países que están dentro de los cuatro primeros en el gasto militar según SIPRI y el IISS.
Se aprecia, en este sentido, que una vez más la tesis de la utilización política de conflictos históricos gobierna las relaciones desde Perú hacia Chile, aún más en momentos en que las encuestas de apoyo ciudadano a la gestión de Alan García conocen una baja sostenida pero además cuando dicho país se apresta a celebrar sus Fiestas Patrias. Curioso, pero comprensible desde el punto de vista de la Real Politik.
Ante comportamientos como el anterior, el Cis vis pacem, para bellum claramente se refuerza, mientras los procesos de modernizaciones bélicos regionales continúan.
Hemos sido testigos de las opiniones del Canciller peruano García Belaunde en contra de los programas de modernizaciones bélicos chilenos. Resulta, en este sentido curioso constatar que Torre Tagle solo hace referencia a Chile, pero en ningún caso a Colombia o Brasil con quienes también posee fronteras, menos aún contra Ecuador. Países que están dentro de los cuatro primeros en el gasto militar según SIPRI y el IISS.
Se aprecia, en este sentido, que una vez más la tesis de la utilización política de conflictos históricos gobierna las relaciones desde Perú hacia Chile, aún más en momentos en que las encuestas de apoyo ciudadano a la gestión de Alan García conocen una baja sostenida pero además cuando dicho país se apresta a celebrar sus Fiestas Patrias. Curioso, pero comprensible desde el punto de vista de la Real Politik.
Ante comportamientos como el anterior, el Cis vis pacem, para bellum claramente se refuerza, mientras los procesos de modernizaciones bélicos regionales continúan.
Cristian Leyton Salas es Investigador Titular en el área de los Estudios Políticos, de Seguridad y Defensa del Observatorio Regional de Paz y Seguridad (ORPAS), de la Universidad Bernardo O´Higgins y académico del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Central.Se desempeñó como Analista Internacional del Departamento de Estudios y Análisis en el área vecinal y regional del Centro de Estudios e Investigaciones Militares (CESIM) del Ejército de Chile.Es Bachellor en Ciencias Políticas y Master of Arts en Relaciones Internacionales, de la Université du Québec à Montreal (Canadá) y graduado del Center for Hemisferic Defense Studies (CHDS), Washington D.C.. Autor libro sobre la percepción de amenaza vecinal del Perú y su relación de rivalidad con Chile y su entorno regional: Amigos y Vecinos en la Costa del Pacifico. Luces y Sombras de una Relación., Colección Investigaciones, No. 17, Año 2007. Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos. Ministerio de Defensa de Chile.
No hay comentarios:
Publicar un comentario