Investigaba un importante robo de armas largas y cortas en la base de la Fuerza Aérea Argentina de Aeroparque, Buenos Aires.
El Gobierno ordenará el relevo del Brigadier Rodolfo Centurión, jefe de Inteligencia de la Fuerza Aérea Argentina, a raíz de una denuncia sobre presuntos apremios ilegales y privación de la libertad cometidos contra personal del arma . El affaire también complica al subjefe de la Fuerza Aérea, brigadier Raúl Acosta , quien estuvo al tanto de las actividades que se le reprochan a Centurión.
El detonante fue la declaración de un soldado voluntario que prestaba servicios en la sala de armas del Grupo de Guerra Electrónica, dependencia del Comando de Operaciones Aéreas ubicada en el Aeroparque metropolitano, de la que se robaron armas largas y cortas a mediados de agosto pasado.
El soldado relató a la dirección de derechos humanos del ministerio, a cargo de Ileana Arduino, que personal de inteligencia lo sometió a un interrogatorio (habría estado presente Centurión) que habría traspasado los límites de severidad. Otro elemento que agravó la situación de Centurión es que, con el propósito de llevar adelante una pesquisa interna, retuvo durante 24 horas a los responsables del depósito de armas saqueado, cuando ya había tomado intervención la Justicia federal (juzgado federal Nº 7 de Norberto Oyarbide). Este último reclamo lo planteó en la Justicia uno de los suboficiales encargados de la custodia de la sala de armas.
Todo comenzó a mediados de agosto, cuando en un conteo de rutina, el oficial -un alférez- a cargo de la sala de armas del Grupo de Guerra Electrónica situado en Aeroparque, notó que faltaban armas largas y cortas.
El robo del armamento habría ocurrido entre el 12 y el 17 de agosto, según evaluaron fuentes de la Fuerza Aérea. Se verificó el saqueo de fusiles automáticos FAL, ametralladoras Ingram y otras Halcón, ambas calibre 9 mm. Ese tipo de armamento es muy utilizado por bandas que se especializan en asaltos a camiones blindados, el FAL puede perforar el blindaje de los vehículos, y las ametralladoras brindan un gran poder de fuego de cobertura.
Los jefes aeronáuticos intentaron saber de qué forma se vulneró la seguridad de esa guarnición y qué responsabilidad podría tener el personal encargado y con acceso a la sala de armas. Esa actividad fue llevada a cabo bajo las órdenes del cuestionado Centurión. Los uniformados que prestaban servicio en el depósito de armas eran: un alférez, un suboficial, un cabo y un soldado voluntario; este último fue quien elevó el reclamo por el presunto interrogatorio bajo presión.
La jefa castrense trasladó al titular de la Fuerza Aérea, brigadier general Normando Costantino, su malestar por la participación de la inteligencia militar en asuntos internos, actividades vedadas por la Ley de Defensa.
Centurión ascendió a brigadier a principios de 2010. Llegó al grado y al puesto de jefe de inteligencia de la mano del licenciado Carlos Aguilar, director de inteligencia estratégica militar del ministerio, los une la amistad y el conocimiento previo en épocas en que a Aguilar -agente reclutado por la Fuerza Aérea durante el Proceso militar- lo identificaban con el mote de «Gurí». El jefe Costantino evalúa nombres para reemplazar a Centurión y teme que la purga se lleve también a su segundo Acosta, quien aún aguarda que el Senado trate su pliego de ascenso a brigadier mayor. «No se mueve ningún recurso humano sin que lo sepa Acosta, menos lo harían los «ojitos de vidrio» (así se los conoce a los hombres de inteligencia en el ambiente de los aviadores) sin tener luz verde, en una operación tan sensible vinculada con la desaparición de armas de alto poder de fuego», dijo un piloto familiarizado con el affaire
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