“Un Estado sin Inteligencia, es como un búfalo ciego”
*Intelligence, Defense and Sucurity
El Estado, se nutre de la Inteligencia que reportan los diversos componentes de su sistema nacional y exterior. El como procesa la información, que acciones toma en base a esa información y el como coordina a los diferentes entes de gobierno en base a los lineamientos de su política exterior e interior, y el resultado de esa sinergia, recolección+proceso+acción+coordinación, son los componentes proactivos que deben estar presentes en la conducción de la Nación, como condición imprescindible para asegurar el posicionamiento positivo asimétrico, regional o global. Un solo eslabón ausente de la cadena lleva a la Nación a convertirse, en un búfalo ciego.
Los servicios de Inteligencia de EEUU, una de las mayores arquitecturas de Inteligencia del mundo, recolecto información que advertían claramente sobre los atentados del 11 de septiembre, pero esta gran infraestructura fue incapaz de procesar, reaccionar y coordinar sus sistemas de Defensa y Seguridad. El resultado ya todos lo sabemos.
Luego de ello, la reestructuración de su arquitectura fue reactiva, y no pro-activa. Nuevas leyes de seguridad interior llamadas “Leyes Patrióticas” y operaciones en el exterior, sumadas a una política exterior hegemónica ofensiva., desembocaron en generación de áreas de conflicto a nivel legal, diplomático, militar, comercial y geo-estrategico. EE.UU. debió enfrentar el cuestionamiento a su política reactiva de parte de sus propios aliados.
Un solo eslabón ausente en la cadena, puede afectar tanto o más que el hecho puntual que afecto la Seguridad y Defensa misma.
Una vez terminados los regímenes militares en América Latina, en mayor o menor medida, los servicios de Inteligencia evolucionaron desde aparatos represivos que conculcaron gravemente los DDHH de la población, a estructuras de recolección de información en el campo político. La interceptación, intervención y operación dirigidas a las respectivas oposiciones políticas de esos regímenes, ha sido el destino transitorio de los recursos humanos y logísticos de Inteligencia.
Un capitulo aparte merece su intervención en acciones criminales como el trafico de armas sin la aprobación de los organismos pertinentes. En Chile el caso Hubber dio muestras de hasta donde pudo llegar el resultado de más que una falta de control, una falta de dirección.
Claros son escándalos en Argentina, Colombia, Venezuela, Bolivia y hasta Chile. Quien podría olvidar la interceptación telefónica al celular de Sebastian Piñera.
Ya los expertos han emanado columnas, papers, artículos y libros al respecto. La Inteligencia del Estado-Nación no puede conculcar los derechos de los ciudadanos para ejercer las labores que le son propias. Tanto así que el marco legal al respecto impone claras limitaciones a los organismos de Inteligencia. Argentina y Chile poseen articulados legales que limitan el accionar de sus organismos y extremadamente acotados, pero marcados por la experiencia sufrida, más que vivida, durante los gobiernos militares por quienes se encargaron de dar ese marco legal.
Pero debemos preguntarnos.
Entonces ¿cual es el modelo apropiado para implementar en Inteligencia, luego de modelos altamente cuestionados, como el previo a los atentados del 11/09, y los modelos estrechamente enmarcados legalmente o los utilizados nuevamente en dictaduras, pero ahora peligrosa e ideológicamente expansionistas? Por que eso es lo que enfrentamos en el plano Sudamericano. Exceso de regulación e Inteligencia represiva política.
Chile se encuentra afortunadamente en el primer caso. Es un mal menor ante la realidad de Venezuela, Colombia y Argentina.
Luego, sostengo, que así como existe la imperiosa necesidad de una reformulación de la política exterior chilena, y de acuerdo a los nuevos escenarios de multiporalidad generados regionalmente o importados sumados a la presencia de núcleos ideológicos antagonistas a la esencia del ser nacional. Lo es también para su brazo visible, la Cancilleria y su estructura diplomática, y de su otro brazo, invisible. La Inteligencia interna y externa. Esta debe ser realineada, siempre dentro de un marco legal regulatorio, pero brindando la movilidad operativa de acuerdo a estos nuevos escenarios, que probadamente no son meros experimentos políticos sociales, si no que han llegado para quedarse. Por ello la nueva y necesaria flexibilidad operativa y la reorganización de prioridades y focos de atención en los servicios de inteligencia es tan necesaria, como la que requiere el tronco mismo de la que se desprende. Los mecanismos de defensa de los altos intereses del Estado Nación.
Esta percepción, ya se asoma a la luz en columnas de académicos, pero tímida, y muy sutilmente en un solo programa de gobierno de un solo candidato a la presidencia.
El divorcio entre el arte de gobernar y el adecuado uso de las herramientas de Inteligencia para objetivos comunes, sigue estando presente y se proyecta en el futuro gobierno, como un lastre político-cultural. Los políticos y el Estado, suelen moverse como un buey ciego.
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